Tiene el don de la inoportunidad aérea, el don de volar cuando toca estarse quieto. El don de personarse donde nadie lo ha llamado, y sensu contrario, de no estar donde se le requiere. No estuvo, por ejemplo, en el voraz incendio que azotó las cumbres de Gran Canaria en agosto de 2005, cuando ocupaba el cargo de presidente del Cabildo de esa isla, responsable directo por tanto de la primera fase del protocolo de extinción. Ni estuvo este martes en el Senado de España, donde tenía previsto contestar a varias preguntas de la oposición, entre otras una referida al conflicto de la minería, que ha desembocado en sonadas protestas, encierros y huelgas de hambre y hasta en la expulsión de un senador del PP por desmarcarse de la disciplina del partido. El ministro delegó su obligación para con el Senado en el ministro Miguel Arias Cañete, casualmente el responsable del medio ambiente y de la extinción de incendios en España, para personarse en las islas de Tenerife y La Palma, asoladas por el fuego desde el pasado domingo. Pues sí, José Manuel Soria estuvo este martes donde nadie le llamaba, en los incendios forestales de Canarias, a donde llegó a bordo de un avión Falcon de la Fuerza Aérea Española porque ?como es sabido- cada vez que este hombre tiene la oportunidad de ponerse a 33.000 pies de altura y en un jet lujoso y de uso privativo, él se pone.