Jugar en casa tiene sus ventajas. Los periodistas lo conocen y le temen. Saben que no pueden formular preguntas comprometidas ni contradecir cualquier disparate que se pronuncie porque pueden encontrarse con una bronca al llegar a la redacción. O con la carta de despido, que ya ha ocurrido en más de una ocasión desde que este sujeto llegó a la política. José Manuel Soria actúa ante la prensa de Canarias con absoluta impunidad, lo que le permite, por ejemplo, afirmar tan ricamente que para paliar la segunda subida en el recibo de la luz en el periodo de un mes, lo mejor es ejercer un consumo eficiente y “no superfluo”. Cualquiera que se haya leído los despachos del Consejo de Ministros en el que se aprobó este nuevo asalto al bolsillo de los consumidores españoles sabe perfectamente que la subida, la primera que se produce en agosto, repercute exclusivamente en los parámetros fijos de la factura, esos que se pagan haya o no consumo. Es tan puñetera la subida que algunos expertos vaticinan que es muy posible que el recibo baje para los grandes consumos. Pero, desde luego, castigará a los hogares modestos con bajo consumo que no tienen derecho al bono social de la tarifa, lo que no se alivia apagando todas las luces, como tan rumbosamente largó el señor ministro en su rueda de prensa de este sábado en la Delegación del Gobierno en Canarias. Con la cara y el desparpajo acostumbrados, Soria se permitió unos cuantos sofismas más, como que Canarias es de las regiones donde menos baja la inversión del Estado en 2013. Siendo cierto que la media estatal de caída de inversiones es del 16% y que a Canarias se le ha recortado un 6%, su Excelencia oculta que en 2012 Canarias perdió un 20% de inversión, situándose desde entonces a la cola de la inversión media en las comunidades autónomas. Un hecho que, unido al incumplimiento del REF, condujo al Gobierno de Canarias a recurrir los Presupuestos Generales del Estado ante el Tribunal Constitucional. Que el buque insignia de la inversión sea el aeropuerto de Gran Canaria, propiedad de Aena, carne de privatización pese a los intentos de Canarias por cogestionarla, dice bastante de la calidad inversora del Estado en las Islas.