Una cosa es corromperse y otra muy distinta echarse al monte con el Kalashnikov calado y con pinturas de guerra en la cara. La nueva conmoción que ayer sacudió la ciudad de Telde ha vuelto a poner a prueba la capacidad de asombro de los ciudadanos y hasta dónde están dispuestos a llegar algunos con tal de que a ellos no les registren. Las amenazas telefónicas que ha recibido la empresaria Déborah Verde tendrán cumplida respuesta policial porque por mucho que las llamadas provengan de número oculto, los sistemas de seguimiento y detección descubren de modo inmediato el número de teléfono utilizado y el lugar en el que se encuentra el que produce la amenaza. La Policía está alertada de la existencia de comportamientos que rozan lo auténticamente mafioso protagonizados por delincuentes que han acudido al calor de la falta de escrúpulos que ha emanado de un tiempo a esta parte de determinadas esferas del poder. Aún es tiempo de extirparlo todo.