Una tele que se vea, una radio que se escuche. Esos eran los deseos del actual director general de la Radiotelevisión Canaria, Willy García, el día que tomó posesión, y suponemos que lo siguen siendo ahora, cuatro años después. Para que una tele se vea, entendemos humildemente, hay que ofrecer a sus potenciales espectadores una programación acorde con sus gustos, pero siempre tratando de hacer prevalecer la vocación de servicio público y el objetivo que llevó en su día a la creación de ese canal. No ha habido suerte hasta ahora porque ni la media de audiencia es la deseada (apenas un 6%) ni los fines parecen estar cerca: la tele no es sentida como propia por los canarios ni contribuye de una mínima manera a elevar nuestro nivel cultural, realzar nuestras señas de identidad y cohesionar la región. Más bien parece el ente, sumido en una profunda crisis económica y de liderazgo, una televisión local desnortada en la que cada cual anda labrando su futuro profesional más inmediato de la manera que puede. Un buen ejemplo puede ser el festival Arona Summer, que tiene previsto celebrarse en esa localidad del sur de Tenerife el próximo día 12. La dirección de la tele ha ordenado poner la cadena pública, incluso la radio, a disposición de la máxima difusión de un festival de DJ's del que no se dispone ni siquiera de derechos para emitir alguna de las actuaciones previstas. Desde junio se están emitiendo spots y cuñas en la tele y en la radio sin que nadie pueda dar una referencia concreta de qué es lo que se gana con esa fuerte implicación de dos medios públicos.