La memoria es flaca cuando uno está dolido, no hay duda. Porque don Pepito olvidó este lunes, cuando dictaba a sus dos más estrechos colaboradores este editorial revolucionario, lo generoso que fue el mismo gobierno otorgándole hace unos pocos años unas licencias de televisión digital terrestre que han pasado de ser panacea a pesada carga. Sin remontarse a esas calendas, también ha olvidado el ilustre independentista que para aliviar las finanzas del grupo editorial, Willy García le mandó varios cientos de miles de euros en forma de un contratito para hacer un programa presentado de aquella manera por Andrés Chaves. Comprendemos sin embargo su cabreo: Radio El Día se había convertido en una emisora de referencia en la isla de Tenerife gracias al buen hacer de sus profesionales, y es lícito estar en desacuerdo con los criterios de adjudicación de frecuencias. Pero lo que no puede hacer un editor de prensa es atribuir sus desgracias a su línea editorial: “El Día esta siendo perseguido por algo tan noble como es pedir la libertad de Canarias”, afirmaba este martes en su amenazante artículo. Será por otra cosa, porque los sentidos editoriales independentistas de don José no perturban a ningún partido político. Casi estamos por afirmar que el sentimiento más generalizado que provocan es el de hilaridad.