Ocurra lo que ocurra con las posibles acciones judiciales, es la hora de alejar la polémica nuevamente de La Caja y de poner a trabajar al nuevo consejo de administración, cuyo protagonismo debe recuperarse en aras de la transparencia y el control de los órganos de dirección de la entidad. A pesar de que los promotores de la candidatura de Suárez del Toro a la presidencia se han empeñado estos días en circunscribir su papel al de mero representante institucional, es exigible a un cargo tan señero, a una personalidad tan relevante, que ejerza también un liderazgo interno que disipe miedos y oscurantismo y permita al consejo ejercer sus prerrogativas legales. Suárez del Toro entró en ese órgano en una lista de impositores, por lo que cabe exigirle que su actuación y la de su equipo sintonice con sus sensibilidades.