El presidente del Cabildo de Gran Canaria y el consejero de Turismo, José Miguel Pérez y Roberto Moreno, respectivamente, estaban este lunes que no cabían en sí de gozo. Acababan de poner fin a una de las tareas más kafkianas de cuantas han tenido que acometer tras suceder al PP en la primera institución grancanaria: la licencia de apertura al Parador de Tejeda. Tiene mucho de paradoja que la Corporación que ha de conceder ese permiso tenga que luchar contra su propia organización para no incurrir en ilegalidades en una situación heredada que jamás debió producirse. Porque lo que se encontró el actual grupo de gobierno fue sencillamente que se había iniciado una obra costosísima y una serie de tramitaciones burocráticas propias y con Paradores del Estado sin que se hubiera iniciado el correspondiente y preceptivo expediente.