Ya lo vaticinábamos hace unos días con especial delicadeza: el concurso de potencia eólica que ha puesto en circulación la Consejería de Industria, que dirige de aquella manera Luis Soria, el menor de los dos Soria metidos en política, iba a estar mucho en el candelabro. Y no nos equivocábamos porque ya lo estaba con anterioridad al cierre de inscripciones, que se diría en el argot deportivo: las últimas veinticuatro horas antes del cierre del concurso fueron de frenética actividad. Y lo fueron especialmente para Jorge Lorenzo, director del ITC, hombre de la máxima confianza de Luis Soria, que no paró de llamar a mancomunidades de municipios para ofrecerles hueco en los proyectos del ITC a cambio de enrolar al Instituto Tecnológico de Canarias en los proyectos propios o del Consejo Insular de Gran Canaria. La búsqueda de avales, la pretensión de colar como en suelo público los que no lo son... Todo en contra de la transparencia y de la libre concurrencia. Pero, ¿meter al ITC? Si fue Soria el Grande quien lo impidió con su empeño de beneficiar a Esquivel. Están como locos.