No está mal si se trata de Internet, que requiere toda la inmediatez del mundo. El lunes estuvimos casi toda la jornada tratando de encontrar algún alma caritativa, con ciertas competencias en la materia, que se apiadara de nosotros y nos dijera de dónde salía la hermosa mancha canela que decoraba el litoral de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Y nada, como si alguien hubiera dado instrucciones concretas de no mirar para la marea. Nosotros, de común majaderos, lo publicamos, y ofrecimos aquí un comentario inocentón sobre lo complicado que es contrastar una noticia tan sencillita. Ya lo hemos conseguido: 24 horas después, el gabinete de prensa de Emalsa nos ha contestado que, tras una exhaustiva -y sospechamos que compleja- investigación, han llegado a la conclusión de que todo se debió a la rotura de una tubería de aguas fecales por la zona. Menos mal, porque llegamos a pensar que era un espejismo. Con olor, pero espejismo.