Esto ocurrió en junio del 2006, tres meses después de haber estado hospitalizado en terapia intensiva. Los médicos explicaron que la gangrena se había expandido a tal punto que si no le amputaban los dedos en ese momento, más tarde hubiesen tenido que cortarle las extremidades completas. “Es dramático lo que sucedió ?admitiría después Emilio Sanz, profesor de farmacología clínica en la Universidad de La Laguna, España. Luego agregó?: ”Aunque la única forma de saber si el fármaco funcionaba era realizando un ensayo como ése“. Por eso Leonardo Faccio concluye: ”Ésta es la lógica de todo ensayo clínico: asumir el riesgo de poner en peligro la vida de unas cuantas personas con el objetivo de encontrar la curación para muchas. La lógica del conejillo de Indias. La ética del mal menor. Unas semanas después, las noticias decían que Wilson y los otros cinco muchachos británicos que habían probado el TGN1412 podrían enfermar de cáncer linfático a causa de esa sustancia. De eso me enteré un día antes de decidir si sería o no voluntario del ensayo dirigido por la doctora M. Y acepté“. Hasta hoy, ningún medio de comunicación español se ha hecho eco del contenido del reportaje, aunque transcurre en un hospital catalán.