No tenemos nada que reprochar a Guillermo Concepción en lo que respecta a su pulso con el PP, que ni le echa ni le pone una medalla. Ni a que se aferre a la vicepresidencia del Cabildo gracias al apoyo de CC. Otra cosa es que en esa evolución política haya ido escalando posiciones sociales, o al menos automovilísticas. Porque si hasta hace poco se le veía conducir unos discretos utilitarios de la Corporación ahora se le ve lucir flamante Seat Exeo propiedad de la misma institución pero adscrito al Servicio de Emergencias insular, del que es responsable. Las malas lenguas de la Maxorata, secas como suelas de espartos de tanto largar, aseguran que ha sido Cabrera el que va dando el sí a su vicepresidente para que no haya ningún contratiempo que lo perturbe. Si en algún momento la perturbación venía de la supresión del pago del kilometraje a los consejeros, que el vicepresidente pasaba de manera abultada por vivir oficialmente en Morro Jable, nada mejor que motorizarlo y que sólo tenga que molestarse en acelerar y frenar. Cosa distinta es que, en ese mar de acusaciones mutuas en que se ha convertido el PP majorero, a alguien le de por demostrar que en realidad Guillermo Concepción ha vivido siempre en una casa de Puerto del Rosario que sale mucho más barata que una noche en el Parador.