La reflexión del magistrado tiene su ejundia, no se vayan a creer. Es verdad lo que dice de lo que todos sabemos y los demás se imaginan. Nadie denuncia, nadie investiga de oficio, nadie busca la verdad hasta sus últimas consecuencias. Pero, ¿y vale realmente la pena denunciar? Conocemos unas cuantas denuncias muy bien fundamentadas que ni siquiera han sido admitidas a trámite, y cuando suena la flauta y la cosa cae en manos de un juez con ganas, ¿cuenta con el respaldo de la Administración de Justicia? Porque de nada vale denunciar si luego el denunciante se encuentra con una Justicia ineficaz que, por desidia de algunos de sus agentes o por la proverbial falta de medios es incapaz de cumplir con su cometido. El debate vale la pena abordarlo, sobre todo aprovechando que todavía tenemos ministro isleño del ramo.