Soria, en cambio, está a favor de esa fusión o de la absorción por parte de una caja peninsular (él prefiere Caja Madrid, pero también podría pugnar La Caixa), lo cual tratándose de un dirigente que presume de liberal es decir también mucho. Porque la actitud sibilina de Soria, por su cuenta o con la complicidad de Paulino Rivero, se demuestra por los hechos: ha encargado dos auditorías sobre la Caja Insular y Cajacanarias, y ahora a su odiado Gobierno de Zapatero le llama de otra forma: “El mapa de cajas que el Gobierno de la nación quiere elaborar evidencia que en toda España van a quedar muy pocas cajas, y las cajas canarias tendrán que tomar sus propias decisiones”. Y por si fuera poco sutil su llamada de atención, ahí va la segunda: para él, las dos cajas “no están mal”, aunque al mismo tiempo recuerda que “tienen poco más de 21.000 millones de euros de recursos”, lo que las posiciona “fuera del grupo de cabeza en el conjunto nacional”. A Soria se le ve el plumero blanco y madrileño y a buen entendedor...