El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Del vendaval al Claudio guion
Hubo un tiempo en el que el vendaval se lo llevaba todo por delante en las oficinas municipales de Las Palmas de Gran Canaria; se pintaban las fachadas, se coloreaba primorosamente el césped, la Policía Local se cuadraba marcialmente ante la autoridad, los bomberos no agitaban sus mangueras, se levantaban torres de pelotazos, edificios emblemáticos sustituían a los protegidos, se expulsaba a los inmigrantes a manguerazos, y la ciudadanía aplaudía estupefacta la llegada a la alcaldía de alguien “con autoridad”. Ese alguien “con autoridad”, ese vendaval de los noventa, se llamaba José Manuel Soria, un sueño hecho realidad para muchos porque personalizaba el final de una etapa funesta para la ciudad, con gobiernos de time sharing, traiciones, navajazos, ausencia absoluta de liderazgo? Por eso, tras su primera mayoría absoluta vino una segunda, y así de concejal a ministro sin apenas calentar unos minutos el frío banco de la oposición. Soria era la autoridad, tanto dentro como fuera del legendario Hotel Metropole, donde todavía hoy, tantos años después de que se pusiera en uso en los ochenta, sigue siendo escenario de los más tenebrosos episodios inimaginables por una de las que fue huésped singular antes de la transformación, Agatha Christie. Con el vendaval, con la autoridad, reinó entre el cuerpo de funcionarios una mezcla de satisfacción y canguelo. La satisfacción venía dada porque en apariencia llegaba alguien con empuje, decidido a hacer cuatro cosas, cuatro, pero hasta el final, sin flojeras. El canguelo porque pronto se descubrió que tras la autoridad se escondía el escalón siguiente de los acomplejados, el autoritarismo. Sí, descubrieron que el vendaval era autoritario como ningún otro alcalde, que hacía rodar cabezas sin miramientos tras pegar cuatro bocinazos al más pintado que se atreviera a decir que aquello que pedía era legalmente irrealizable. De ahí surgió uno de los estigmas más atribuidos a los funcionarios municipales: tienen miedo al PP, paralizan todos los expedientes al PSOE. Hasta que llegó Cardona con su inenarrable Claudio guion Alberto Rivero.
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