Y como no hay dos sin tres, todo un Ayuntamiento como el de Gáldar, ciudad conocida antaño como la de los caballeros, va y se permite tener mandamases que hacen tratos con personas de dudosa reputación. O por mejor decir, con personas sin reputación alguna que hasta han tenido cuentas con la Justicia y el Salto del Negro. Así que las motos fueron vendidas a un individuo que las envió directamente a África, donde nadie pregunta por su procedencia, por el color de sus placas, por esos extraños números que aparecen en los chásis y en los motores, ni por los servicios técnicos donde ir a cambiar la cadena o comprar la Motul. Si se demuestra el escándalo, muchas explicaciones habrán de dar el alcalde Godoy y su brigada, el concejal de policía, porque la cosa supera lo legal con creces.