Y lo que ocurre en el seno de la AEC tiene que ver con las disputas naturales del poder, de quien controla una patronal fuerte a la que se añadió no hace mucho y de modo muy accidentado la patronal de promotores inmobiliarios. Al pulso permanente entre Lopesan y Santana Cazorla se sumó en enero la Operación Góndola, en la que resultó detenido este último como sospechoso de presuntos y diversos delitos relacionados con la corrupción político-empresarial. La detención provocó un movimiento interno en la patronal favorable a cerrar filas en torno a Santana Cazorla, mientras que otros empresarios reclamaban prudencia a la espera de acontecimientos y de información (el sumario continúa secreto). La reacción ante la detención de Santana Cazorla era absolutamente inédita y no fue la misma que se adoptó con la Operación Faycán, en Telde, donde hubo otros empresarios detenidos y no surgió ningún movimiento de indignación, pese a publicarse noticias que relacionaban a la empresa Verde Suárez, de la familia de Déborah Verde, por entonces vicepresidenta de la AEC.