La verdad es que lo de Luis Soria, Soria segundo en el argot, va camino de convertirse en un drama o, en el hipotético caso de que hubiera secuela, en una pesadilla. Ya les hemos contado su aventurero viaje a Madrid para rematar asuntos del gas, animado por el camarada Mauricio. Soria II quiso y obtuvo una cita con la directora general de Energía, Carmen Becerril, pero desde Madrid le llamaron para decirle que mejor lo dejaba, que había interinidad y que lo más conveniente era que se reuniera con los nuevos mandamases. “Ni hablar”, contestó Luis Soria medio amulado, “pudiendo entrevistarme ahora con uno del Partido Popular, nada de esperar por un socialista”. Y nada de directora general, el consejero Soria, que de casta le viene al galgo, pidió hablar con el siguiente en el escalafón, o sea, el secretario de Estado, Folgado, que también andaba por esos días con el camión de la mudanza. Soria II insistió.