Mucho más solemne que Gómez Cáceres estuvo el fiscal de Canarias, Vicente Garrido, en su discurso de bienvenida a sus nuevos subordinados. Les advirtió de que aquí hay trabajo y del bueno, y que si creían que habían venido al paraíso habrían de saber que esta es tierra de vicio y promisión. Entre otros delitos frecuentes, Garrido citó con delicadeza y en plan corrido mexicano la corrupción, lo que no fue motivo para que se le moviera un músculo de la cara al consejero de Presidencia, José Miguel Ruano, que se constituyó en el Palacio de Justicia con su viceconsejera y su directora general de la cosa. Campechano, como es costumbre en él, el presidente del TSJC, Antonio Castro, se congratuló de la canariedad y/o la vocación de canariedad de “las juezas” (eran cuatro mujeres) “y los fiscales y fiscalas” que tomaban posesión este viernes.