Ana Oramas tendría muchas más razones para hablar de espionaje o de escuchas clandestinas en España que las que en estos momentos está blandiendo el PP para distraer la atención del respetable sobre los numerosos casos de corrupción que le atenazan por media geografía hispana. La diputada de CC recuerda a quien le pregunta que fueron históricos aquellos pinchazos a Txiki Benegas, en la época en que Felipe González era llamado “dios” por sus correligionarios. Y rememora algunos episodios de su propia vida política, cuando en el fragor de las luchas partidistas en Tenerife fue objeto de espionaje, muy al estilo de lo sufrido recientemente por dirigentes del PP en la Comunidad de Madrid a manos de sus propios compañeros. La historia de la política está plagada de incidentes de ese tipo, y jamás a nadie, hasta ahora, se le había ocurrido hablar de una gran conspiración del Estado contra un partido político determinado.