Ocho meses no es mucho tiempo para gobernar, pero una eternidad para perderlo. Y Paulino Rivero, presidente de Canarias, dio este miércoles en el Parlamento la impresión de que hemos perdido ocho meses miserablemente. Bueno, si estamos de acuerdo de entrada en que un discurso presidencial sobre el estado de la nacionalidad es verdaderamente un resumen de lo ocurrido durante el tiempo transcurrido desde el anterior o, como es el caso, desde la investidura. Ocho meses han dado, eso sí, para regresar a aquella canción hippy que se titulaba Viva la gente, y que incluía en su estribillo aquello tan profundo de “las hay donde quiera que vas” o aquello otro de “es lo que nos gusta más, con más gente a favor de gente en cada pueblo o nación, habría menos gente difícil y más gente con corazón”. Buen rollito ahí. Una treintena de veces aparece la palabra “gente” en el discurso de Paulino Rivero, más aquellas propinas que soltó sin que estuvieran escritas.