Se anima el tramo final de legislatura en el Parlamento de Canarias, como si sus señorías quisieran echar el resto y demostrar al mundo mundial que en esa Cámara se trabaja hasta el último minuto y con alta intensidad. El pleno de esta semana ha arrojado interesantes acuerdos, pero muchas más interesantes anécdotas que marcan algunas señas que no deben despreciarse en absoluto. Por ejemplo, el mensaje enviado por todos los grupos a los tránsfugas y gentes de costumbres oportunistas. No es que ese haya sido el enunciado de los votos negativos que recibió este jueves el PP, y más en concreto Francisco Hernández Vulcan, más conocido en los ambientes políticos como conde Lecquio, pero todo hace pensar que llevaban esa dedicatoria. Hernández Vulcan ha sido el elegido por José Manuel Soria para sustituir a Miguel Ángel Remedios en el consejo de administración de la Radiotelevisión Canaria. Pero, como mandan las formas, primero ha de pasar el trámite de elección parlamentaria. El reparto de puestos en el consejo obliga teóricamente a decir sí a las propuestas de cada partido, lo que convierte esa elección en un trámite. Normalmente. Sus señorías ignoraban el nombre del postulado hasta el último momento, y cuando se disponían a emitir su voto, en papeleta y urna, alguien pronunció el nombre en voz alta (“¡yo al conde Lecquio no le voto!”) y se armó. Total, que de los 40 votos necesarios, Vulcan obtuvo 32, mientras que otras 19 papeletas aparecían en blanco en la urna que, con indisimulado regocijo, vaciaba el presidente del Parlamento, José Miguel Bravo de Laguna, del PP bravista de toda la vida.