Es realmente espectacular el auge que están teniendo en todo el mundo los festivales Womad, que en el caso concreto de España y Portugal son responsabilidad de una canaria, Dania Dévora, que organiza los de Las Palmas y Cáceres. Unos festivales Womad que en el mundo ya tienen veinte años de existencia y que se extienden por muchísimas ciudades del planeta justo cuando adquiere mayor protagonismo el espíruto que llevó a Peter Gabriel a crearlos: divulgar la música y las culturas del mundo para, a través del conocimiento, acabar con lacras como la intolerancia, el racismo, la incomprensión, las guerras... En Canarias el Womad ha corrido con desigual fortuna en las instituciones, no ya por las esencias del festival, que son las mismas en todas partes, sino por los vaivenes políticos, que sí que son únicos en el planeta. Mientras en ciudades como Cáceres partidos, instituciones, colectivos y ciudadanos cuentan los días que faltan para la cita anual (este año será entre el 7 y el 10 de mayo), en Canarias da la sensación de que no lo queremos. ¿Qué es lo que pasa? Tenemos algunas teorías.