Científicos piden ayuda para encontrar en aguas canarias a una cría de ballena franca extinta en el Atlántico
Varios equipos científicos han pedido ayuda a los ciudadanos para localizar a una cría de ballena franca, la especie de ballena más amenazada del mundo y extinta en el Atlántico noreste, que fue avistada sola el 22 de diciembre de 2020 en aguas de El Hierro, y que temen que no sobreviva.
Ese día se observó una cría de ballena vasca o franca del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) en La Restinga, que nadaba cerca del puerto e incluso entró al mismo unos minutos, como han confirmado a EFE los gestores del club de buceo Fan Diving, uno de cuyos clientes, Marco Szlapka, la fotografió y filmó.
La cría tenía una longitud estimada de cuatro metros y los lóbulos de la aleta caudal aún no estaban completamente rígidos, lo que indica que nació entre horas y pocos días antes del avistamiento.
Fue vista sola, lo que puede ser debido a que la madre estuviera comiendo y después reencontrara a la cría, o a que la madre haya muerto, que es lo más probable dado que normalmente no se alejan de las crías tan pequeñas en las zonas de reproducción.
El barco y guardas de la Reserva Marina de Interés Pesquero Punta de La Restinga-Mar de Las Calmas, gestionada por la Secretaría General de Pesca del MAPA y por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias, así como las investigadoras de la Universidad de La Laguna y numerosos voluntarios de El Hierro la han buscado.
Pero la meteorología variable y la dificultad de observar una cría hacen que la ballena pudiera seguir en El Hierro y no haber sido observada, o bien haber dejado la isla.
Ahora los equipos científicos solicitan la colaboración de la ciudadanía para ampliar la vigilancia a todo el archipiélago y detectar a la cría de ballena franca, sola o con la madre, viva o varada, según han explicado en un comunicado de aviso a la población.
Las Eubalaena glacialis solo viven en el Atlántico Norte y es la especie de ballena más amenazada de extinción del mundo.
Se llama ballena vasca, ballena franca o ballena de Vizcaya porque su migración muy costera desde las zonas de reproducción cerca de Canarias, hasta las zonas de alimentación al norte de Irlanda, Escocia y hasta Islandia, la llevaban cerca de las costas del Cantábrico y Bahía de Vizcaya, donde era avistada desde atalayas y salían barcas a remos a cazarla ya desde el siglo XI.
En los últimos 100 años existen contados avistamientos de esta especie en las costas europeas, mientras que la población del Atlántico norteamericano se encuentra amenazada por colisiones con embarcaciones, enredos con artes de pesca y el cambio climático, y se calcula que quedan unos 400-500 ejemplares remanentes.
El avistamiento de una cría en El Hierro señala que al menos una hembra ha criado en aguas españolas y abre la puerta a la esperanza de una posible, aunque lenta, recolonización de la especie en el Atlántico Noreste.
Las ballenas francas del Atlántico norteamericano permanecen en las áreas de cría con sus recién nacidos durante 2-3 meses antes de iniciar la migración de miles de kilómetros hasta las zonas de alimentación entre Estados Unidos y Canadá.
Por ello, se confía en que si la cría de El Hierro ha reencontrado a su madre, ambas permanezcan en Canarias hasta al menos febrero.
Si la cría está sola, debido a que la madre haya muerto por causas naturales o humanas, no tiene oportunidad de sobrevivir, dado que depende de la lactancia exclusivamente en sus primeros meses de vida.
Las crías de grandes ballenas que varan cuando falla la lactancia suelen llegar a costa muy delgadas, tras consumir todas sus grasas de reserva, por lo que presumiblemente soportan varias semanas en el mar sin su madre.
Esto sugiere que si la cría está sola, aún podría estar viva y, en este caso, no saber a dónde dirigirse y permanecer en las cercanías de su zona de nacimiento, a no ser que encuentre otra ballena y la siga.
Existen precedentes de adopción en otros cetáceos, por ejemplo unos cachalotes que permitieron en su grupo a un delfín mular malformado o una hembra de delfín mular que adoptó en 2014, por tres años, a una cría de orca cabeza de melón.
“Dado que la ballena vasca está catalogada como en peligro de extinción, en el catálogo de especies protegidas, y como en peligro crítico de extinción en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), y debido al valor de esta cría en el contexto de una potencial mínima población reproductora en el Atlántico noreste, es importante realizar todos los esfuerzos posibles para encontrar a esta cría y evaluar si está con la madre y su condición corporal, para la toma de decisiones”, afirman.
Añaden además que es imprescindible aprender a diferenciar la ballena franca de otras especies de grandes cetáceos que habitualmente se encuentran en Canarias, como el cachalote o los rorcuales y yubarta.
La ballena franca se reconoce por tener una cabeza muy redondeada con callosidades, que se observan como bultos blancos y rugosos en la cabeza, más visibles en los adultos.
El segundo carácter clave en la identificación es que no presenta aleta dorsal, y su lomo es completamente liso y negro.
Agregan que todos los grandes cetáceos respiran emitiendo un soplo como una columna de aire y vapor de agua que puede llegar a varios metros de altura.
La ballena franca adulta tiene el soplo en forma de V, pero la cría de cuatro metros que se avistó en El Hierro tiene un soplo pequeño, poco visible.
Recuerdan que el Gobierno de Canarias y el Ministerio de Transición Ecológica mantienen una alerta constante para el registro de cetáceos varados o en peligro en Canarias, con el teléfono de emergencias 112.
Las ballenas francas del Atlántico Norte alcanzan los 18 metros de longitud y tienen una longevidad de unos 70 años, paren cada 3-5 años crías que nacen con 4-5 metros de longitud y 1-1,5 toneladas de peso, su gestación es de 12 meses y amamantan a sus crías al menos un año.
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