Mar de Guguy: el reto de casar la conservación y la explotación pesquera

Un barco de pesca artesanal pasa frente a la Playa de Guguy.

José J. Jiménez

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Uno de los puntos fuertes del proyecto de Parque Nacional en el área de Guguy es la inclusión de una buena porción de mar. Según los planos preliminares presentados por el Cabildo de Gran Canaria, el futuro parque contaría con una extensa superficie de litoral y medio marino nucleada en torno a las 7.219 hectáreas de la actual Zona Especial de Conservación (ZEC) Sebadales de ‘Güigüí’. Este ecosistema constituido por verdaderas praderas submarinas de fanerógamas marinas (la conocida popularmente como seba) es una de las grandes joyas ecológicas de las costas canarias. Tras varios intentos fallidos en Fuerteventura y El Hierro, Guguy podría ser el primero de los parques marítimos canarios, un hito que suma valor a la propuesta de las autoridades insulares y que genera bastante ilusión entre la comunidad científica. ¿Son estos sebadales del oeste grancanario la única joya de los fondos costeros? No. El proyecto también incluye cantiles de más de 500 metros, arrecifes rocosos que son verdaderas ‘ciudades’ submarinas para muchas especies y un litoral de gran valor ecológico.

Pero el sebadal es la estrella. Según los datos de la Red Natura 2000, en la zona hay más de 1.100 bancos de arena cubiertos por praderas submarinas que “hay que ver como si fueran oasis”, ejemplifica Fernando Tuya, doctor en Ciencias del Mar por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y uno de los más reputados botánicos marinos de España. “Vinculadas a este bosque submarino se desarrollan un montón de especies que aquí encuentran sustento y refugio. Estas zonas son muy importantes para lo que se conoce como reclutamiento, esto es, los primeros estadios de vida de muchas especies de interés pesquero. Nosotros hemos demostrado que estos ecosistemas son importantes para el crecimiento de viejas, chopas o brecas. Muchas especies que tienen interés pesquero inician sus ciclos de vida en estas praderas”, señala Tuya. Pero el sebadal también se convierte en un verdadero “sumidero de carbono”. “Hacen justo lo contrario de lo que hacemos los seres humanos: nosotros estamos expulsando carbono y estas plantas, a través de su actividad fotosintética, retiran ese carbono de la columna de agua y lo retienen en sus raíces”.

Los sebadales que forman parte del ZEC de ‘Güigüí’ son especiales por otras razones. La más notable es que se han mantenido estables durante los últimos 30 años. “Otra característica de estas praderas, que de alguna manera justifican su inclusión en el proyecto de Parque Nacional, es que han estado alejadas del impacto humano. No hay emisarios submarinos, ni salmueras de la desalación, ni la construcción de infraestructuras que en las últimas cinco décadas han sido abundantes en otras zonas de la isla. Pero Guguy siempre ha estado aislado de todo eso y es lo que ha permitido esa gran estabilidad que han tenido las praderas a lo largo del tiempo”, explica Tuya quien puntualiza que el proyecto incluye “arrecifes rocosos que se van a nutrir de esos pececitos que se están generando. Desde el punto marino, lo más interesante son los sebadales, pero también están esos arrecifes rocosos por los aledaños que son muy importantes desde el punto de vista científico”.

¿Y qué pasa con los pescadores?

Un ejemplo cercano, aunque bajo un modelo de protección y gestión diferente, es el de la Reserva Marina de La Restinga, en la isla de El Hierro. Desde el año 1996, 1.180 hectáreas de mar fueron incluidas dentro de esta reserva de interés pesquera gestionada por los gobiernos central y autonómico. La actividad en esta porción del conocido como Mar de Las Calmas está férreamente regulada y limitada a la flota del Puerto de La Restinga, uno de los enclaves marineros con mayor tradición de toda Canarias. Según se desprende de las normas de uso y gestión de dicho espacio, en la zona de reserva integral sólo se permite la pesca de túnidos mediante liña y en las áreas de interior (las más cercanas a la costa y en una franja que se extiende desde la Punta de La Restinga hasta la zona de Montaña de los Cardillos) el uso de artes tradicionales estrictamente reguladas. Tras 25 años de funcionamiento, las opiniones sobre los buenos resultados tienen un gran consenso en la isla: tanto entre la comunidad científica como entre los pescadores de la zona.

Nos vamos un poco más lejos. Las Islas Cíes forman parte del primer parque nacional terrestre marítimo de España. Este pequeño archipiélago situado en la Ría de Vigo incluye 1.194,8 hectáreas de superficie terrestre y otras 7.285,2 de superficie marítima. En la actualidad, se permite la pesca artesanal en todo el territorio pero sólo después de “diez años de guerra, manifestaciones y peleas con las administraciones” según relata David Fernández, gerente de la Cofradía de Pescadores de San José de Cangas. “Antes de la declaración hubo consenso sobre la conservación de usos y costumbres de la pesca artesanal, pero pronto se establecieron zonas de reserva que implicaron la exclusión del sector en muchas partes del parque”, recuerda. Y entonces se montó el jaleo. Fernández señala que un parque nacional con áreas de exclusión “implica restricciones para la actividad pesquera” y “muy pocos beneficios para el sector”. En el caso gallego, explica, estos lugares vetados coincidían con las únicas áreas en las que los pescadores podían faenar en episodios de mal tiempo, lo que provocó “protestas hasta que se reconoció ese derecho de seguir faenando según los usos y costumbres de la pesca artesanal”.

Los pescadores del sur de Gran Canaria se enteraron de la inclusión de la costa en el proyecto por la entrevista de Canarias Ahora: “¿Eso también va a ser para el mar?”, pregunta sorprendido Cristóbal Godoy, patrón mayor de la Cofradía del Puerto de Mogán. “Nosotros sabemos que está eso de la Reserva de la Biosfera, pero tenemos entendido que lo del parque nacional va en tierra pero no en la mar. No se han comunicado con las cofradías y para nosotros si no nos dejan pescar eso va a ser una pérdida enorme; un desastre”. Godoy explica que más del 90% de la sama o el bocinegro que se descarga en el Puerto de Mogán procede de los alrededores de Guguy y que cualquier cierre de la actividad en la zona implicaría “la muerte de la flota artesanal”. Estamos hablando de 17 barcos y más de 60 familias que no son más que “una parte de la cadena que incluye descargadores, vendedores o restaurantes”. “Tenemos que pelear por eso; no podemos permitir que nos saquen de ahí, porque Mogán depende de esa zona”, indica.

Para Godoy, la creación de estas figuras de protección pueden ser positivas sólo en dos casos: el primero es que se permita la pesca artesanal y que “de verdad” se controle a la pesca deportiva. Justo el mismo planteo que ocasionó el conflicto en las Islas Cíes. “Llevamos siglos pescando ahí y según los informes de los biólogos el estado de las pesquerías de la zona es tan excelente que amerita el Parque Nacional”, comenta David Fernández desde Cangas. Según el gerente de la cofradía gallega, “eso demuestra que nuestro trabajo ha sido siempre sostenible y respetuoso con el lugar. Los informes que avalaron la declaración de Parque Nacional ponían de manifiesto el excelente estado de conservación de los ecosistemas y eso demuestra que el trabajo de la flota artesanal no pone en riesgo porque ahí hemos pescado desde hace muchas generaciones”.

“Para los pescadores del sur de Gran canaria, el Parque Nacional será un auténtico regalo”, adelanta Manuel Amador, director insular de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. Según las previsiones de los promotores del proyecto, todas las actividades artesanales y sustentables van a poder seguir desarrollándose sin problemas. “No prevemos conflictos con los pescadores” añade Francisco González, encargado técnico del proyecto quien adelanta que la pesca tradicional se incluirá en los documentos de propuesta. Es más, las cofradías de Mogán y Arguineguín se beneficiarán de la exclusión de la pesca deportiva en la zona. Manuel Amador pronostica que la eliminación de actividades recreativas “se va a traducir en mayores recursos marinos para el sector”. Los técnicos que trabajan en la propuesta auguran que Guguy se convertirá en un “gran reservorio” de pescado tal y como ha sucedido en el Mar de Las Calmas. “El futuro Parque Nacional y sus límites se van a convertir en un verdadero refugio: se eliminará parte de la extracción de recursos y eso tiene como consecuencia mayor pesca. Es como crear un reservorio. Los peces se van a reproducir y cuando la presión de la población crezca se van salir de la reserva. Los pescadores deberían estar muy satisfechos y contentos. A los pescadores tradicionales les vamos a dar un regalo”, finaliza Manuel Amador.

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