El cine del azar
Dos extraños, un hombre y una mujer, se encuentran en un puesto de revelado fotográfico, y por un malentendido acaban recibiendo y abriendo cada uno el sobre equivocado. Echan un vistazo, y ambos notan algo sospechoso en las fotografías del otro. Pero guardan las apariencias, y sin mucha ceremonia se intercambian los sobres y se marchan cada uno por su lado. Piensan poner lo que han visto en conocimiento de la policía. El espectador, no obstante, conoce a estos dos personajes y sabe que sus sospechas carecen de fundamento.

Es una escena de Vidas Cruzadas (Robert Altman, 1993), la película con la que se inauguraba la semana pasada el ciclo del mismo nombre programado por el Aula de Cine de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Está dedicado a películas que buscan explorar los recovecos del azar, partiendo de la idea de que las vidas humanas pueden acabar relacionándose de la manera más peregrina. Películas ambiciosas y de voluminosos repartos, y que forman todo un subgénero del que podría decirse que Altman es su gran exponente. que explora el primer ciclo organizado por el Aula de Cine de Las Palmas de Gran Canaria para este cuatrimestre.
El propio nombre del ciclo, Vidas Cruzadas, es un homenaje al autor de la película del mismo título, con la que comenzaron las proyecciones la semana pasada. A Robert Altman se le considera el padre de este cine coral, que tendría una de sus obras cumbre en los años setenta con Nashville. Bastante tiempo después, Vidas Cruzadas (1993) supuso para Altman la confirmación de su renacimiento creativo después de una década, la de los ochenta, en que vivió sus mayores sinsabores.
Entre los discípulos aventajados de Altman se puede citar destaca Paul Thomas Anderson con Magnolia. También
. El espectador es entonces un privilegiado conocedor de las vicisitudes de
incluso recurriendo a efectos antirrealistas como salir todos cantando una canción wise up
o lluvia de ranas
didacticismo de Crash