La distancia entre la pobreza y la vida
Entre el norte de África y el sur de Europa hay unos 14 kilómetros, y ése es precisamente el título de la última producción española a concurso, 14 Kilómetros. Gerardo Olivares nos hace partícipes del viaje de una pareja de subsaharianos en busca del Dorado europeo, ese que a sus ojos parece habitado únicamente por estrellas de los culebrones y talentosos ases del balón.
Es de esas películas que caen bien, que hablan de un tema de tremenda actualidad y que consiguen con facilidad (demasiada, quizás) la complicidad del espectador. Lo que ocurre es que al convertir en una historia épica, romántica incluso, la travesía de los protagonistas, se corre el riesgo de perder algo de credibilidad. Lo mejor, la naturalidad de los actores. Lo peor, un final que no se lo cree nadie, a pesar de lo que diga el director. Y no se le perdona que en el mapa de la región ¡no aparezcan las Islas Canarias!
'Lo bueno de llorar'
Cuando una pareja se rompe, o mejor dicho, se ha roto, la distancia que separa un lado de la mesa del otro es interminable. Los silencios se eternizan y cuesta que las miradas se encuentren. ¿Quién no se ha visto en una situación similar? Y si se es muy afortunado y no se ha pasado por ese trance, ¿quién no ha sido al menos testigo de situaciones tan desagradables? Esta es la premisa de partida de la esperada Lo bueno de llorar, del chileno Matías Bize, quien hace un par de años sorprendiese en la Seminci con En la cama.
Acompañamos a una pareja recién resquebrajada en la noche de su adiós mientras deambulan por Barcelona. Taxis, metros, paseos a pie, carreras infantiles, supermercados nocturnos... Durante apenas 80 minutos paseamos desde lo alto de Barcelona hasta la orilla del mar, en un viaje carente de palabras (las primeras frases que se escuchan tardan 15 minutos en llegar) pero plena de mensajes.
Lo mejor, la bellísima declaración de amor a una ciudad llamada Barcelona. Lo peor: Bize se esforzó en la rueda de prensa por reclamar su necesidad de “despojar a la realidad de lo innecesario para hablar de lo que realmente importa”, y el problema es que despues de tanto despojo, la verdad queda tan desnaturalizada que parece falsa, muy falsa.
'Juntos nada más'
No sé quién es el inventor de la máquina francesa de hacer comedias amables, simpáticas, ligeras y bien hechas, pero deberían hacerle un monumento. Claude Berri presenta a concurso Juntos, nada más, una comedia algo pastelosa donde la distancia que separa a una joven enfermiza y huidiza de un cocinero tan amargado como sexy, parece mucho mayor de lo que realmente es. Lo mejor, ese cervatillo llamado Audrey Tatou. Lo peor, que se parece a otras películas francesas anteriores... amables, simpáticas, ligeras y bien hechas.