Manolo Vieira inicia su “arrancaílla” por la puerta grande
Termina el primer pase del show de despedida de Manolo Vieira en su Chistera y a solas con él le pregunto ¿qué hay de especial en esta primera vez que la haga diferente de tantas primeras veces que has vivido en tu carrera? Manolo me mira fijamente a los ojos, se quita las gafas y tras un silencio que habla por sí mismo me contesta con los ojos vidriosos: “Esta primera vez es muy especial porque comienza mi despedida”.
Escribo estas líneas nada más cruzar las puertas de mi casa consciente de haber vivido una noche que no olvidaré en la vida. Pero que tampoco olvidarán las personas que abarrotaron el Chistera en esta primera función, lo que se repetirá en todas las que han hecho colgar el cartel de “todo vendido” lo que queda de noviembre y todo diciembre en este vetusto local de Las Palmas de Gran Canaria, y las que lo vivan en la gira que ya se prepara para 2023 y que lo llevará por toda Canarias y también por Madrid para decirle adiós en persona a toda esa gente que lo quiere y lo siente como de su propia familia. “Manolo, yo solo te pido que no te mueras nunca o que lo hagas después que yo, pero que cada 31 de diciembre me hagas reír”, le dijo un joven admirador del humorista en un pequeño rato que departió con él lo que resume a la perfección el cariño que la sociedad canaria le tiene.
Manolo Vieira no va a cambiar su humor y sus maneras de contar las cosas después de tantos años. “No entiendo por qué hoy hay que ponerle límites al humor, los chistes de mariquitas a mí me los cuentan los propios mariquitas”, cuenta en un momento de su show con respeto y humildad arrancando un estruendoso y unánime aplauso de complicidad del público en ese momento.
Si uno se para a escuchar en profundidad a Manolo se da cuenta de que él no es solamente un humorista; somos legión los que lo consideramos un auténtico cronista de la sociedad canaria, y en este show de despedida nos lleva de la mano a través de la evolución que ha transitado esa sociedad desde el 1 de junio 1981, la primera vez que se subió a un escenario hasta el día de hoy. “He sido pionero en el lenguaje inclusivo”, cuenta tras un chascarrillo que saca las carcajadas de todos los espectadores.
Hay mucho trasfondo social en este viaje por la historia de sus anécdotas, vivencias y personajes tales como Mamé, Maruquita, Carmelito, Mohamé, Alerxis o Cuco, entre otros. Las señoras de la buena vida de La Isleta, la multiculturalidad del barrio, los trapicheos que todos conocemos o la solidaridad bien entendida de antaño y no forzada como ahora, son partes que no pertenecen únicamente a la vida de Manolo Vieira, son patrimonio y recuerdos extrapolables que cada uno de nosotros lleva de manera individual y que se repiten por multitud de barrios de la geografía canaria. Eso es lo que le ha hecho siempre ser diferente al resto, cada persona que escucha un chiste o una historia de Manolo lo vive de una manera diferente porque cada espectador tiene su propia vida e historia.
Permítanme contarles algo muy personal: yo soy isletero de nacimiento (calle Prudencio Morales), y de la Cícer de crecimiento, (calle Portugal en la curva), y con este resumen de su carrera que Manolo ha concentrado en casi hora y media sobre el escenario sin descanso me ha hecho sonreír, reír a carcajadas y aplaudir, pero lo más importante, me ha hecho viajar por mi vida, emocionarme por los que ya no están y alegrarme por poder vivir una vez más el talento de un genio como él. Manolo en su vida privada escucha más que habla y eso le ha llevado a poder poner en el escenario todo aquello que ha recogido y aprendido por la geografía canaria, pero también por la “pininsular”, ahí radica gran parte de su éxito.
“No ha sido nada fácil la noche de hoy, Javier. He tenido que dominar mucho las emociones, cerrar los ojos en alguna ocasión e intentar no pensar que esta gira va de un adiós, porque si no, hubiera llorado en el escenario. Y ya ves tú el panorama, que a la gente le dé por llorar y al final en lugar de aplaudir me pidan las hojas de reclamaciones”, cuenta con esa sonrisa socarrona de quien a pesar de los años sigue teniendo las mismas mariposas en el estómago cada vez que se sube a un escenario.
Y así, en la barra de un Chistera ya vacío pero siempre acompañado por sus fieles e imprescindibles escuderos durante tantos años, Santi Falcon y Victor Santana, salí con el corazón hinchado de reír pero emocionado por vivir. Eso es lo que consigue “La última y nos vamos…a saber donde”.
Me gustaría terminar este artículo de manera festiva. “Aquí estamos para pasarlo bien y yo no puedo estar más feliz”, dice Manolo en la parte final de su espectáculo, y agarrándome al cantante canario más de moda en este 2022 por el mundo entero, usaré una parte de su canción para dedicársela a Manolo, seguro que todos ustedes se la cantarían también, “Manolo, quéeeeedate, que la noche sin ti dueeeele”.
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