Marea: “En un tiempo de genéricos tener una marca propia implica calidad”

MADRID, 27 (EUROPA PRESS - Miguel Martorell)

Cuatro años después de 'Las aceras están llenas de piojos', el quinteto navarro regresa con su sexto álbum de estudio. Un disco compuesto por diez temas de rock&roll patrio, con el sello musical y las imágenes poemadas que les caracteriza.

Alen Ayerdi, batería de Marea, defiende el último trabajo de la banda en la entrevista con Europa Press como “un disco diez en todos los sentidos”. “En este disco cada uno ha sumado más que en los anteriores, por eso es el disco más Marea”, añade David Díaz 'Kolibrí', guitarrista del grupo y productor de 'En mi hambre mando yo'.

En su sexto trabajo de estudio, los de Berriozar continúan con su fórmula habitual: rock y lírica a partes iguales. Se mueven cómodos en ese sonido que hace tiempo encontraron y que les ha acompañado en toda su carrera: “Somos fieles a nuestra manera de hacer las cosas”.

“Después de cinco discos, Marea ya es una marca propia. Eso es muy importante, que pongan una canción y al segundo sepas que es nuestra. En un tiempo de genéricos y de marcas blancas, saber que tienes una marca propia implica calidad”, sostiene Kutxi Romero, vocalista y letrista del grupo.

Esa fidelidad a lo que son -“barajamos la electrónica, pero dejamos los tripis y se nos pasó la idea”- es parte de su postura rock&roll, porque esto no es solo una forma de tocar, sino también “una forma de vivir”.

“Alen no tiene puntos en el carné de rockero porque fue a ver a Vetusta Morla”. Pero a Vetusta Morla lo llaman rock alternativo. “Sí, y a mi abuela la llaman joven. El rock es otra cosa. El rock es todo lo contrario”, dice Kutxi.

Bromas con el sexteto madrileño al margen -“me jode porque están vendiendo muchos discos y no me gusta que nadie nos huela el culo”- el vocalista señala con el dedo a esos “poperos que quieren ser rockeros”. “Eso no puede ser; ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases, amigo; si eres popero, eres POP-ero”.

Eso sí, el rock también pide de tanto en tanto un descanso. “A nosotros nos llaman casi todos los días para dar conciertos, pero es mejor hacer una gira, parar un tiempo y luego hacer las cosas con paciencia”, sostiene el guitarrista César Ramallo. He ahí la respuesta a dónde han estado los últimos cuatro años.

“Hemos estado viviendo, fundamentalmente. Cada uno con sus proyectos e inquietudes. Hay vida al margen de Marea”, dice Kolibrí; Romero, por ejemplo, tiene el flamenco rock de Ja Ta Já. Quizá sea ese el secreto de la unión que se percibe entre los miembros del grupo: tomarse un tiempo y distanciarse de lo cotidiano.

Como explica Eduardo Beaumont 'Piñas', bajista de la banda: “Hay que se consciente de lo que tienes, del regalo que te ha dado la vida al poder vivir de esto y no convertirlo en un trabajo. De no ser así a lo mejor ahora estábamos cada uno en una esquina peleados”.

EN NUESTRO HAMBRE MANDAMOS NOSOTROS

Grabado en el estudio que Marea posee en Orikain, un municipio cercano a su Berriozar natal, 'En mi hambre mando yo' viajó hasta Vancouver (Canadá), donde Mike Fraser se encargó de las mezclas, y Portland (EE.UU.) donde Adam Ayan se ocupó de la masterización.

De la producción se ha encargado Kolibrí -“siempre le ha gustado enredar con los botones”, dice Piñas- que le ha cogido el gusto después de haber ejercido en '28.000 puñaladas' y 'Las aceras están llenas de piojos'.

“Al final creo que tiene que ser alguien de dentro el que decida cómo suena la banda. Hay veces que contratas a un productor externo porque quieres que le de una personalidad, pero Marea ya tiene una personalidad, yo solo trato de poner orden a las cosas”, explica el guitarrista, a lo que Kutxi remata: “Es como si Ferrán Adriá se fuera al McDonalds”.

La técnica de deconstrucción del cocinero bien podría aplicarse a las letras de Romero, tan complejas como viene siendo costumbre. Sin embargo, Alen sostiene que en este álbum el vocalista “se ha desnudado mucho más y ha enseñado cosas de si mismo que hay que tener dos cojones para hacerlo”.

“Me parece que ha escrito de forma mucho más ordenada, sin salirse del hilo y que el mensaje es mucho más claro”, sostiene el batería. Aún así, Kutxi Romero es consciente del encriptamiento de sus textos, pero “eso está bien, entender a las personas es una falta de respeto”.

“No es mi plan dar catequesis, son mis pequeñas historias y quien quiera hacerlas suyas, bien, pero supongo que la gente me tiene respeto, porque nadie me entiende y eso es estupendo”, bromea el vocalista, que sí tiene claro un mensaje en todo el álbum: En mi hambre mando yo.

“Eso implica defender el yo. Creo en el yo y en la libertad individual y, como decía Unamuno, el que defiende el yo defiende todos los yos, que es el nosotros. Eso suena a catequesis, pero siempre me ha gustado. Abogo mucho más por la individualidad compartida, que es muy poco social, pero muy sociable”, argumenta Romero.

En las letras de Kutxi no entra de momento la política -“no tengo capacidad de hacerlo, me veo muy ridículo, no soy capaz de argumentarlo”- pero sí la transgresión. “La transgresión implica sentimientos y nuestras canciones están llenas de ellos. Es muy importante que la música genere sentimientos, porque es el arte supremo, no hay arte más supremo que la música”, afirma.

Y es que la música es lo que le importa a este quinteto y el resto es, como explica su cantante, accesorio: “Una vez esté el disco en la calle, no pierdo el tiempo en otras cosas, que si piratería, vale; que si Teddy Bautista es malo, pues que se pudra en el maco”. ¿Internet? Una buena herramienta, señalan, “difusión y comunicación”. Punto.

Con la vista puesta en las fechas de su próxima gira, que les llevará también a Latinoamérica, los Marea echan la vista atrás y reconocen no haber imaginado nunca dónde están ahora, entre los grandes del rock patrio, pero eso tampoco parece preocuparles: “No miramos más allá de hoy; luego, mañana, si amanecemos, haremos otra cosa”.

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