Martín Ramírez, psicodelia mexicana

MADRID, 30 (EUROPA PRESS)

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) recoge en la exposición 'Martín Ramírez. Marcos de Reclusión' el mundo psicótico del artista mexicano, una muestra que incluye 62 piezas que el creador realizó durante su estancia en un psiquiátrico, y que podrá visitarse hasta el 12 de julio.

Martín Ramírez (1895-1963) permaneció aislado durante más de tres décadas en hospitales psiquiátricos de Estados Unidos, diagnosticado de esquizofrenia y sordera. A lo largo de estos años creó más de 450 piezas en las que plasmó sus experiencias vitales tanto de México como de California (Estados Unidos).

A pesar de que el mexicano ha sido clasificado a lo largo de los años como un “artista esquizofrénico”, esta muestra pretende ir más allá del diagnóstico de enfermedad mental, para analizar la calidad y el valor artístico de sus dibujos. Por ello, se tienen en cuenta aquí las influencias biográficas, históricas y culturales del contexto artístico de la obra y se subraya la riqueza de los dibujos y las imágenes arquetípicas.

En total, la exposición está compuesta por 62 obras y seis de ellas, de los dos descubridores de Ramírez, el doctor Pasto y Max Dunievitz, se presentan en esta ocasión por primera vez. Entre los temas, destacan cuatro: los animales, (el caballo y el ciervo), los trenes en túneles, figuras religiosas (en especial vírgenes) y paisajes. En ellos se observa la obsesión de su creador por las líneas trazadas, las estructuras teatrales, las figuras icónicas y la repetición.

La comisaria de la exposición, Brooke Davis Anderson --también directora y comisaria de 'The Contemporary Center', del American Folk Art Museum--, explicó hoy en la presentación que Ramírez compartía habitación con otros 70 internos, en un espacio no demasiado grande, en cuyo suelo instaló su estudio de trabajo. “Así, entre cama y cama, el artista recogía materiales de la basura, como trozos de papel y lápices, para dibujar sobre las sábanas de papel que se utilizaban en el centro”, indicó.

En esa misma sala Ramírez exponía las creaciones que después daban lugar a debates con sus colegas e incluso con los guardas de seguridad, y sería también, más tarde, su punto de encuentro con otros artistas americanos. “Es una obra muy evocadora que trae a la mente toda su peripecia vital”, señaló Davis.

CLARIDAD VISUAL Y FUERZA EXPRESIVA

Respecto a la temática, la comisaria de la exposición señaló que el contenido de la obra de Ramírez es el mismo que el que se observa en el contexto europeo, aunque emplea un lenguaje visual y un enfoque distintos al de otros autores, con una “claridad visual y una gran fuerza expresiva”.

Davis indicó, asimismo, que la muestra que acoge en esta ocasión el Reina Sofía no sigue un recorrido cronológico, debido a que el artista no firmaba ni fechaba sus creaciones. Además, tampoco fue entrevistado, por lo que “ha sido difícil realizar un seguimiento preciso de su desarrollo estilístico”, señaló.

Además, añadió que muchas de las obras fueron quemadas, debido a que el artista utilizaba como pigmento una mezcla elaborada a base de saliva, patata, fécula y pan, y en el lugar que ocupaba en el psiquiátrico había riesgo de contagio de tuberculosis.

En cuanto a su enfermedad, la comisaria puntualizó que, aunque se pensó que era sordomudo y que tenía otros problemas relacionados con la capacidad social, Ramírez poseía varias características que quizás le hicieron perder los vínculos comunicativos, como su incapacidad para hablar inglés y circunstancias personales y culturales.

Por su parte, el director del MNCARS, Manuel Borja-Villel, señaló que la obra de Ramírez, que no se reconoció hasta los años 60, está “enraizada en su propia historia”. “Estuviese enfermo o no, sufrió reclusión, no fue comprendido en su momento y tiene un lenguaje muy consistente de gran sofisticación formal, que no responde a los tópicos del expresionismo, sino que posee una forma de representación única”, destacó.

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