De piedras y ciudades (Mi casa y mis tres teniques)
Me gustan las piedras, confieso. Desde que era un adolescente me preguntaba qué piedras eran aquellas que la gente llamaba “piedras vivas” y cuáles eran aquellas que mi abuelo llamaba “cantos blancos” o porqué se llamaba los “tres teniques” a las tres piedras medianitas que mis primas ponían en el suelo remedando el fuego con el que se hacían los potajes cocinados con fuego de leña.
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