Poeta maldito y precoz
Con solo cinco años, Leopoldo María Panero conseguía sorprender a Dámaso Alonso con sus composiciones poéticas. Hijo del poeta franquista Leopoldo Panero, logró revolucionar el panorama intelectual de los setenta con sus ideas y levantar a toda una generación constructora de la transición política española. Esa es la luz de Leopoldo María Panero, precoz y maldito. Las sombras le mantienen encerrado, por voluntad propia, en un centro psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria desde hace 20 años.
Panero eligió la ciudad para dejar de vagar por hospitales. La esquizofrenia, las drogas y los intentos de suicidio le tuvieron entrando y saliendo de ellos desde los años sesenta, más tarde diría: “Me autodestruyo para saber que soy yo y no todos los demás”. Posee un intelecto brillante y herido que comparte reconocimiento con nombres Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán, José Miguel Ullán y Félix de Azúa, entre otros.
Ahora solo la capital grancanaria disfruta de sus soliloquios y disquisiciones. Como cuando asoma el sol entre las nubes en el mes de julio, se le puede ver pasear por las calles de la ciudad hablando de literatura o descansando en los bancos del Parque de San Telmo como un indignado más, solo que Panero ya nació indignado.