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HELSINKI DESDE DENTRO

Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.

RAMBO: LAST BLOOD

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El entonces presidente incluso exclamó en una conferencia de prensa que, tras ver la segunda entrega de la saga, Rambo: First Blood Part II (George P. Cosmatos, 1985), le había quedado claro lo que debería hacer cuando tuviera que hacer frente a una crisis con rehenes de por medio…

John Rambo (Sylvester Stallone) en Rambo: First Blood Part II

No voy a entrar en las consideraciones ideológicas de un personaje como John James Rambo, aunque ni los mandatarios demócratas, ni los mandatarios republicanos -en especial los segundos, por el continuo machaqueo que éstos suelen demostrar al usar y abusar de símbolos como el condecorado boina verde y veterano de la guerra de la Vietnam, creado por David Morrell- pueden sentirse orgullosos por el trato dispensado a los veteranos de guerra.

Ni unos, ni otros han sabido estar a la altura de las circunstancias y la primera entrega cinematográfica, aquélla que más incide en el tema, deja a la altura de los pies de los caballos, por decirlo de una forma educada, a quienes propusieron abrir oficinas de reclutamiento en los institutos y en las universidades de los Estados Unidos de América -para poder nutrir la maquinaria bélica desplegada en el país asiático- y luego se desentendieron del tema.

Otra cosa es que, con el estreno de la segunda película, la que lleva a John Rambo a emular al coronel James T. Braddock (Missing in action, 1984) en su empeño por rescatar a quienes fueron dados por “desaparecidos en combate” en las selvas y los arrozales vietnamitas -un tema por el que el presidente Reagan mostraba especial interés. El discurso vertido por David Morrell en su novela en contra de la contienda y sus consecuencias sobre las personas que las sufren, quedara sepultado por los cadáveres de las películas protagonizadas por Sylvester Stallone en todos estos años.

John Rambo (Sylvester Stallone) y Teasle (Brian Dennehy) en First Blood (1982)

En realidad, hoy en día prácticamente nadie recuerda que, en la década de los años setenta, First Blood era una lectura obligatoria incluida en los planes de estudios de institutos y universidades norteamericanos de costa a costa. El personaje de Rambo era un ejemplo de los efectos secundarios de una contienda tan demencial y extrema como lo fue la librada en las selvas del país asiático. Ni siquiera se cuestionaba el interés del escritor por demostrar que en su novela no había ganadores sino perdedores, independientemente del lado de la balanza en el que cada uno estuviera.

Una vez que la primera película se estrenó tras un largo y complicado recorrido, que llevó la propuesta de estudio en estudio, de reescritura del guion a una nueva reescritura del guion, y de director en director, hasta que cayó en manos de los productores Andrew Vajna y Mario Kassar. Estos últimos decidieron llevar a buen puerto un proyecto que terminó por ser tamizado por la retórica de Michael Kozoll, William Sackheim y por el actor principal, Sylvester Stallone, quienes suavizaron buena parte de los modos y las maneras originales volcados por el escritor canadiense en su novela original.

Teasle (Brian Dennehy) y John Rambo (Sylvester Stallone) en First Blood (1982)

Todo esto no deja de tener su gracia, dado que la mayor crítica que siempre ha acompañado a las reseñas, críticas y demás revisiones que se han hecho de las películas protagonizadas por Sylvester Stallone es el exceso de violencia que impregnan dichas producciones. Es cierto que, con el tiempo, John Rambo se ha ido deshumanizando y, con ello, la violencia termina por ser su respuesta ante la mayoría de las situaciones a las que debe hacer frente. Sin embargo, esto termina por ser una consecuencia directa de las secuelas y de su incapacidad por olvidar un territorio, el bélico, en el que se sentía seguro, por peligroso que éste pudiera llegar a ser.

Gabrielle (Yvette Monreal) y John Rambo (Sylvester Stallone) en Rambo: Last Blood.

En la última entrega, el personaje interpretado por Sylvester Stallone le dice a Gabrielle (Yvette Monreal) que él, de pequeño, siempre quiso ser un soldado. Después, al alistarse, un joven John Rambo acabó siendo entrenado por el coronel de las fuerzas especiales Sam Trautman (Richard Crenna, una vez que Kirk Douglas decidió abandonar el proyecto) y éste sacó del joven idealista la perfecta máquina de matar que describe el veterano militar cuando aparece en el escenario de la primera de las películas, para el descrédito del torticero sheriff Teasle (Brian Dennehy) y del resto de sus hombres.

El coronel Samuel Richard Trautman (Richard Crenna) en First Blood (1982)

Al final, John Rambo resultó ser tan bueno en su trabajo que su país, primero, le concedió la máxima condecoración que se le puede otorgar a un soldado, la Medalla de Honor, para a reglón seguido ignorarlo, como si todo lo anteriormente nunca hubiera sucedido. 2

Tengo asumido que, tras su regreso a Vietnam, acudir hasta Afganistán para rescatar a su mentor y amigo, el coronel Trautman, y, en la cuarta entrega, demostrar que sólo con el uso de las armas se pueden equilibrar las injusticias que se cometen en buena parte del planeta, poco o nada queda del John Rambo original, salvo sus cualidades para el rastreo, independientemente de lo extremas que puedan ser las condiciones en las que se encuentre.

No obstante, el John Rambo que regresa a casa en su Arizona natal sigue manteniendo una serie de principios, tan caducos y oxidados como sus medallas, principios que, llegado el momento, le llevarán a enfrentarse con los dementes y sanguinarios hermanos Martínez, Hugo (Sergio Peris-Mencheta) y Víctor (Óscar Jaenada), dos sociópatas de libro de texto cuyo vida se sustenta en explotar a las personas como si fueran vulgares objetos con los que se comercia.

No hay nada épico, ni marcial en esta última lucha, como tampoco la hubo en la primera de todas, pero, en aquélla, el sueño aun estaba vivo y las ilusiones por cambiar el mundo, también. Ahora sólo se trata de sobrevivir en un territorio conocido, pero solamente hay tiempo para no sucumbir ante una realidad mucho más repugnante y descarnada de la que un soldado como John Rambo “Juanito” en boca de Hugo Martínez pudo siquiera imaginar.

¿Le da derecho, luego, a comportarse como se comporta? Ni él, ni los sicarios de los hermanos Martínez, ni ninguna de las otras personas que se dedican a destrozar la vida de sus semejantes tienen derecho a hacer lo que hacen. Otra cosa son los sentimientos que te puedan desatar el comportamiento de cada uno de los personajes que aparecen en Rambo: Last Blood (Adrian Grunberg, 2019)

Carmen Delgado (Paz Vega) y John Rambo (Sylvester Stallone) en Rambo: Last Blood.

Puede que John Rambo sólo disfrute con una guerra que librar, pero el escenario en el que se ven envueltas las chicas que son tratadas como animales -y que ni siquiera cuando se ven libres de sus captores son capaces de abandonar la cárcel en la que se encuentran- es mucho peor que cualquier escenario bélico. Y quienes lo abandonan, lo hacen ya sin vida, como le ocurrió a la hermana de Carmen Delgado (Paz Vega), una de las muchas víctimas que han ido dejando los hermanos Martínez y quienes se comportan como ellos, en cualquier parte del mundo.

Y es que, si en algo se diferencian las tres primeras películas de la cuarta, Rambo (Sylvester Stallone, 2008) y la quinta entrega es que, en las dos últimas, el personaje no sirve para analizar la situación sociopolítica del país en el que nació, sino para que, el entonces soldado, siga pudiendo dar rienda suelta a su entrenamiento militar y a su enorme capacidad para causar destrucción.

Sarah (Julie Benz) y John Rambo (Sylvester Stallone) en Rambo (2008)

Quizás, con la edad, el mismo Sylvester Stallone se ha dado cuenta de que ya no se lucha por una bandera, ideal y/o país, sino por lo que uno considera y cree que es justo. Es más, en la cuarta entrega, el ya viejo soldado acepta la misión por tratar de cuidar y, luego, salvar a la joven Sarah (Julie Benz). En la quinta, será el personaje de Gabrielle el que motive todo lo que luego sucede en la película.

Y todo se hará derramando sangre, como en la novela original de David Morrell y como en la película dirigida por Adrian Grunberg, aunque sin finales épicos, ni recompensas posteriores. John James Rambo siempre ocupó el rincón de los perdedores, aunque él no lo supiera hasta que fue demasiado tarde para poder hacer nada al respecto. Su trágica historia es la historia de quienes, como él, siempre ocuparon el rincón de los perdedores y nunca pudieron hacer nada por evitarlo.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019.

© 1982 Anabasis N.V., y Elcajo Productions.

© 1985 Anabasis N.V., y Estudios Churubusco Azteca S.A.

© 2008 Millennium Films, Nu Image y Equity Pictures Medienfonds GmbH & Co. KG IV.

© 2019 Balboa Productions, Campbell Grobman Films, Dadi Film Group, Lionsgate, Millennium Films y Templeton Media.

Notas:

1- Bates, T. G. (2011). The Reagan rhetoric: history and memory in 1980s America (1st ed.). DeKalb, IL: Northern Illinois University Press.

2- El criterio para su entrega es Valentía e intrepidez con riesgo de la propia vida, más allá de la llamada del deber, estando en combate contra un enemigo de los Estados Unidos.

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