Jean Jacques Lumumba, activista: “La corrupción no es solo un mal africano. Pensar eso es una aberración”
Jean Jacques Lumumba honró en 2016 la memoria de su tío abuelo, Patrice Lumumba, el histórico líder anticolonial y primer ministro del Congo belga, –hoy República Democrática del Congo (RDC)- cuando descubrió que Joseph Kabila (presidente del país hasta enero de 2019) y su entorno estaban actuando al margen de la ley. Este economista congolés, que trabajaba en el BGFI-Bank de Kinshasa, capital de la RDC, como jefe del departamento de crédito empezó a observar movimientos sospechosos de desvío de dinero público hacia cuentas del entorno de Kabila. El CEO de la entidad bancaria y hermano adoptivo del presidente, Francis Selemani, lo amenazó de muerte para que no divulgara la información y decidió huir a Europa. Más tarde, el periódico belga Le Soir y y la cadena de televisión Bloomberg publicaron toda la trama corrupta, conocida como Lumumba Papers, gracias a la documentación aportada por Jean Jacques y comenzaron las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europa a miembros clave del régimen de Kabila. Por todo ello, Lumumba se ha convertido en un reconocido activista en la lucha contra la corrupción en África, siendo, además, galardonado en 2019 por la Oficina contra la Droga y el Crimen Organizado de la ONU con el Premio a la Excelencia Anticorrupción.
Lumumba, que preside una plataforma panafricana para combatir la corrupción, conocida como UNIS y que forma parte de una coalición de ONG que trabajan contra la corrupción en la RDC, defiende que este hecho delictivo no debe ser una marca asociada al continente africano, puesto que prácticas corruptas se suceden en muchas partes del mundo. “La corrupción no es solo un mal africano. Pensar eso es una aberración. Más bien, es una de las principales causas del subdesarrollo en varios países africanos, de ahí la idea que tuvimos mis compañeros y yo de cofundar UNIS, una red panafricana de anticorrupción que reúne a varios actores”, sostiene con firmeza.
El economista enfatiza que del mismo modo que existen corruptos, hay personas que se dejan corromper y otros que facilitan la actividad ilícita. Todo este entramado se compone “a menudo de las autoridades políticas que son corrompidas por ciertas compañías extranjeras obligadas a pagar sobornos para poder llevar a cabo sus actividades”, señala. Asegura que es este mismo poder público el que ha hecho “la vista gorda” ante los abusos de las empresas corruptas llegando a “impregnar todo de conexiones fraudulentas y poco saludables”, denuncia Lumumba.
“Este ciclo infernal está obstaculizando el proceso de desarrollo porque estos países se encuentran en una situación difícil, ya que no se les permite aumentar los ingresos públicos, no pueden mejorar el Producto Interno Bruto (PIB) y, por extensión, la situación social de la población”, sostiene.
Familia de un líder histórico
Lumumba recuerda que por aquellos días en la sede del BGFI-Bank, cuando comenzó a detectar los traspasos delictivos y decidió dar la voz de alarma, lo hizo por su compromiso profesional con la tarea que se le había encomendado, ya que su función era la supervisión de todos los asuntos relacionados con la gestión del riesgo de crédito. Pero además, le impulsó un sentimiento nacionalista al ver cómo una parte de la clase dirigente se hacía con el control de dinero público que podría ser destinado a otros fines. “En vista del daño observado, también actué por patriotismo cuando vi que aquellos que afirmaban ser patriotas y nacionalistas no eran más que depredadores cleptocráticos (me refiero a los hermanos Kabila)”.
Esa defensa de los recursos públicos recuerda a la figura de su tío abuelo, Patrice Lumumba, uno de los héroes contra el colonialismo europeo, que luchó por la independencia del Congo belga y que se convirtió en primer ministro del país en 1960. Patrice, que denunciaba el expolio de las tierras llevado a cabo por la metrópoli y la discriminación que sufrían los negros a mano de los blancos, fue asesinado un año después en un complot organizado por la CIA y Bélgica.
Su tío abuelo, al igual que Thomas Sankara, otro de los líderes contra el colonialismo, representan para Jean Jacques “corrientes de pensamiento y autodeterminación de nuestra libertad y, sobre todo, de nuestra dignidad. Dos personalidades que nunca desaparecerán y seguirán siendo la brújula de nuestro futuro porque estuvieron varias décadas por delante de sus contemporáneos”.
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