Defensa de Saif al Islam dice que morirá en la horca si le juzgan en Libia
MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
La defensa de Saif al Islam, hijo del fallecido líder libio Muamar Gadafi, ha sostenido este jueves que si su cliente, acusado de crímenes contra la Humanidad, es procesado en el país árabe, será condenado a morir en la horca en un “juicio injusto”.
La abogada defensora Melinda Taylor, designada por el Tribunal Penal Internacional (TPI), ha realizado esta acusación en la tercera sesión en la que se ha analizado si Saif al Islam debe ser juzgado en La Haya o en Trípoli, según informa el diario 'The Herald Libya'.
“Aunque el Gobierno libio ha bailado en torno a este tema, está claro: este juicio no está motivado por el deseo de justicia, sino por el deseo de venganza, y no hay derecho a la venganza en las leyes internacionales”, ha argumentado.
Además, ha indicado que el país árabe todavía carece de un sistema judicial capaz de garantizar un juicio justo. “Saif al Islam no es una cobaya, es una persona con derechos, y no debe languidecer en prisión mientras Libia intenta construir un sistema judicial”, ha dicho.
Según el TPI, el hijo de Gadafi ha expresado a sus abogados su preocupación por que pueda recibir un juicio justo, apuntando que muchas de las pruebas de la Fiscalía han sido obtenidas bajo tortura. “No tengo miedo a morir, pero si van a ejecutarme después de este juicio, deberían llamarlo asesinato”, dijo.
En cambio, Philippe Sands, abogado que representa a Libia, ha subrayado que las autoridades libias han presentado incluso más pruebas que la Fiscalía del TPI para sostener la acusación contra el hijo de Gadafi, al tiempo que ha calificado de falsa la denuncia de torturas.
En la misma línea, Ahmed al Jehani, otro de los abogados que representa al país árabe, ha destacado que “juzgar a Saif al Islam en Libia proporcionaría una oportunidad única para la reconciliación nacional”, a la vez que ha solicitado tiempo para organizar el sistema judicial.
Saif al Islam Gadafi fue detenido el pasado mes de noviembre en el desierto libio, tras lo cual fue acusado por el TPI de crímenes contra la Humanidad, por los cometidos durante la revolución que derrocó a Gadafi. Sin embargo, sus captores se han negado a entregarlo a las autoridades libias.
