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ICG pide a la comunidad internacional que reconozca los progresos de la política iraquí

MADRID, 28 (EUROPA PRESS)

Sobre las próximas --y con toda probabilidad deficitarias-- elecciones parlamentarias del 7 de marzo en Irak pesa una losa, común a todos los procesos electorales en el país árabe desde la caída del régimen de Sadam Husein: el pesimismo por sistema, que ignora los avances registrados por el Gobierno iraquí y magnifica los problemas políticos, tradicionales en las semanas previas a la votación. El grupo de expertos políticos ICG pide a la comunidad internacional, en este sentido, que preste una especial colaboración a las autoridades de Bagdad y recuerde los progresos registrados por el Ejecutivo del primer ministro Nuri Al Maliki.

No es que el incidente que ha marcado estos comicios --la prohibición de la comparecencia de los miembros del Baaz, el antiguo partido de Husein-- sea “pecata minuta”, pero desde luego no tiene nada que ver, en cuanto a dimensión, con la paralización efectiva del Parlamento perpetrada por el bloque suní en 2005. Desde luego, es motivo suficiente como para cancelar unos comicios, pero en el contexto político de Irak, donde cada progreso es esencial, no debe ser impedimento para la celebración de los comicios. “Estas no son circunstancias normales”, recuerda el grupo de expertos.

LOS AVANCES

“A lo largo del año pasado, hay motivos para creer que las heridas de posguerra se están curando”, cita el grupo. Los motivos son varios: el descenso de la violencia, el predominio de la solución política en la vida iraquí, el aperturismo de las plataformas políticas y la reentrada de los suníes en los mecanismos del país son razones de peso para creer en la estabilidad del país.

Desde luego, se han dado dificultades, pero por primera vez se han superado. Por ejemplo, las negociaciones sobre la ley electoral, que se han prolongado durante más de lo esperado. “El perenne obstáculo de las negociaciones sobre el estatus de Kirkuk y la cuestión de los refugiados” son dos ejemplos, según cita el grupo, pero estos problemas se han solucionado con la ayuda de la mediación y de la presión externa, y están “cerca de la solución definitiva”.

EL OBSTÁCULO CASI INSALVABLE

El mayor golpe para la celebración de los comicios de este año fue la decisión adoptada por la Comisión de Responsabilidad y Justicia (AJC) iraquí por la que se prohibió el acceso a las elecciones a 511 miembros presuntamente conectados al partido Baaz de Sadam Husein. Para el ICG fue una decisión aceptada “a ciegas” por la Comisión Electoral y, en última instancia, por el Gobierno de Nuri Al Maliki, que amenazaba con comprometer el proceso político en Irak.

Las repercusiones se extendieron a todos los ámbitos: se dudó de la legitimidad de la Comisión de Responsabilidad y Justicia, de la credibilidad del estamento judicial iraquí y, finalmente, de la validez de todo el proceso electoral, en buena parte porque algunos de los miembros de la AJC se habían presentado a los comicios en calidad de candidatos. Se llegó a especular con una jugarreta sectaria para prolongar en el poder a Al Maliki y reabrió viejas heridas de la política iraquí.

EFECTO MENOR DE LO ESPERADO

“Afortunadamente, apenas se habla de boicot”, indica el ICG, que recuerda que “la sombra del boicot suní de 2005 pesa enormemente” en la realidad social de los iraquíes --en ese momento, los temores a una posible guerra civil en el país eran más intensos que nunca--. Esto da a entender que la política iraquí se encuentra fortalecida y que la comunidad internacional debe aprovechar este contexto para prestar su apoyo en la medida de lo posible, dado que, a pesar de la relativa estabilidad que se respira en el país árabe, parece bastante claro que la Comisión Electoral carece de la parcialidad necesaria para guiar los comicios.

“Dicho esto, en ausencia de un supervisor imparcial interno, sobre la comunidad internacional pesa una responsabilidad aún mayor para asegurarse de que estas elecciones fallidas no resultan más dañadas y que definan con mayor claridad los requerimientos necesarios para ser consideradas como legítimas”, indicó el grupo ICG en su informe.

“La cuestión consistirá en conocer si el próximo Gobierno es capaz de abordar las numerosas deficiencias políticas del país, desde las tensiones sectarias hasta la politización de las instituciones, y todo lo que queda en medio”, estima el grupo.

Para ICG, un Gobierno de unidad ni siquiera será suficiente. Es imprescindible que exista “un progreso significativo para abrir el espacio político”, que alimente “la cooperación entre las diversas confesiones”.

Finalmente, y en referencia a la corriente a favor de la desaparición de los restos del Baaz en la vida política, el ICG pide que se establezca “un criterio claro”, “anclado en la ley” y, sobre todo, con un horizonte temporal máximo de dos años para que todos los casos abiertos en este tema se den por cerrados definitivamente.

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