Javier Palacios, un cirujano grancanario ejerciendo en la Franja de Gaza

Javier Palacios tras una intervención en el hospital de Al Shifa en la Franja de Gaza.

Rayco Bejarano

Las Palmas de Gran Canaria —

Javier Palacios es jefe de servicio de cirugía plástica del Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria. Durante sus vacaciones de verano en el sur de la isla respondió a la llamada de Médicos del Mundo y tomó un vuelo con destino Oriente Medio para trabajar en la Franja de Gaza en pleno recrudecimiento del conflicto que enfrenta a Israel y Palestina.

Esta es la segunda vez que se desplaza a la zona para formar parte de una misión humanitaria. La primera fue en 2008 cuando Israel desplegó la operación Plomo Fundido que acabó con la vida de cerca de 1.300 palestinos. Javier reconoce el desconocimiento generalizado que hay sobre este conflicto que dura ya décadas, pero sí se muestra esperanzado en que en breve se encontrará una salida: “Honestamente creo que pronto vamos a ver una solución, yo soy optimista al respecto”.

Durante dos semanas este cirujano grancanario realizó numerosas intervenciones con un equipo formado por profesionales de muchas partes del mundo. Javier asegura que a pesar del conflicto, las condiciones en el hospital de Al Shifa, uno de los más importante de la zona, eran las adecuadas para realizar su trabajo, lo que si variaba notablemente era el tipo de intervenciones que realizaba.

“Mientras que en España practicamos una cirugía reconstructiva de primer orden más relacionada con la oncología, allí lo que hay son pacientes postraumáticos. Las personas que atendíamos venían con quemaduras serias de guerra, algo que aquí no nos encontramos”.

Si distintos fueron los tipos de intervenciones que llevó a cabo en Gaza, no menos diferente eran las condiciones en las que desarrolló su día a día en medio del conflicto. Javier relata cómo Médicos del Mundo implementa una política de minimización de riesgos para proteger a sus profesionales: “Lo normal es que nos instalen en un barrio de los menos castigados y cercanos a edificios que pueden ser más seguros, como los de otros organismos internacionales e instituciones públicas, así se evita que seamos diana de los proyectiles”.

Tampoco era fácil el desplazamiento desde la casa hasta al hospital. Aunque tan solo tardaban cuatro minutos en recorrer la distancia que separaba ambos edificios, y además se desplazaban en coches especialmente serigrafiados con los emblemas de la organización, asegura que era consciente de que en cualquier momento les podía caer un misil arriba.

Javier lleva 20 años colaborando con Médicos del Mundo, empezó en la organización en el año 1994 y desde entonces ha ejercido en la desintegración de la antigua Yugoslavia, en Serbia, Mauritania, Irak, Indonesia y anteriormente también en Gaza. Reconoce que “solo es útil en conflictos bélicos” en los que es necesario intervenciones más complicadas: “por desgracia lo mío es una asistencia quirúrgica muy especializada que solo se necesita en lugares donde hay guerras”.

Sobre su participación en futuras misiones humanitarias Javier se muestra dispuesto a volver a dar el paso: “Yo tengo mucha suerte porque el hospital en el que trabajo da muchas facilidades para que sus trabajadores puedan participar en misiones humanitarias de este tipo. Tampoco puedo quejarme de mi familia porque ellos siempre me ha apoyado cuando me he marchado a estas misiones”.

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