Sarkozy anuncia su divorcio el día de la primera huelga contra su gestión
La huelga de transportes convocada por diversos sindicatos franceses fue seguida este jueves de manera amplia, según los datos facilitados por las propias compañías, que ya habían anticipado una fuerte repercusión en el servicio.
Hacia las 11.00 hora local (09.00 GMT) el 73,5% de los trabajadores secundaba la huelga, según la compañía pública de ferrocarriles, la SNCF, un seguimiento superior al que paralizó el país durante semanas en 1995. En Electricité de France (EDF) y Gaz de France (GDF), más del 40% secundaba la convocatoria durante la mañana, con una fuerte bajada de producción, según los sindicatos.
Las centrales convocaron este paro en protesta por la intención del Gobierno del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de reformar el modelo de acceso a la jubilación de varias categorías laborales, como los empleados de empresas de transporte, de la energía y los secretarios de notarías. El paro comenzó a las 20.00 hora local del martes (18.00 GMT) y se prolongará hasta las 8.00 hora local (6.00 GMT) del viernes.
Millones de afectados
A primeras hora de la mañana de este jueves, en el momento más complicado por el acceso al trabajo de millones de franceses, la huelga afectaba, cuando no paralizaba, los transportes públicos en las veintisiete localidades en las que estaba convocada.
La compañía pública de ferrocarriles, la SNCF, esperaba cumplir las previsiones, que como mucho suponen prestar 46 de los 700 servicios del tren de alta velocidad y apenas unos cuantos para unir París con Londres, Bruselas, Amsterdam y Colonia. Las líneas regionales de trenes también están muy afectadas por la convocatoria sindical.
La situación era complicada en París, donde, con excepción de una línea de metro automática, el resto funciona de manera reducida, con un tercio del servicio en el mejor de los casos. En la capital sólo funcionan uno de cada diez autobuses, mientras que el tráfico de automóviles en la región es el doble que en un día normal, según la Policía, que informó de numerosos atascos.
Además, numerosos ciudadanos recurrieron a la bicicleta como medio alternativo dentro de la ciudad.
El Gobierno, inamovible
El Gobierno, que ya admitió que la huelga provocará una fuerte alteración del servicio, mantiene no obstante su voluntad de modificar el régimen especial de cotización de algunas profesiones, que para obtener una pensión completa deberán pasar de cotizar 37,5 años a 40.
La medida afecta a 1,6 millones de personas (1,1 millones de jubilados y 500.000 trabajadores en activo) en la compañía de ferrocarriles SNCF, la red de transporte urbano de París RATP, las empresas de energía Electricité de France (EDF) y Gaz de France (GDF) y los secretarios de notarías. Quedan fuera de esa reforma los mineros y marineros, que también forman parte de esos regímenes especiales.
El portavoz del Gobierno, Laurent Wauquiez, reiteró este jueves que el Gobierno no cederá sobre el aumento a 40 años del período de cotización, aunque está dispuesto a escuchar “los temores e inquietudes que se expresan y tratar de responder”. El ministro de Trabajo y Relaciones Sociales, Xavier Bertrand, se mostró dispuesto a recibir a los sindicatos la semana próxima y dijo que para entonces habrá estudiado los documentos con propuestas detalladas que algunos ya le han enviado.
El presidente Sarkozy, que viaja este jueves a Lisboa para la cumbre europea, se mantiene informado “en tiempo real” sobre la situación, dijo el portavoz del Elíseo, aunque remitió el tema al ministro de Trabajo. Mientras, un responsable de la federación de ferrocarriles de la Confederación del Trabajo (CGT) indicó que se evaluará este jueves la actitud del Gobierno y de la dirección de la SNCF para decidir el futuro del movimiento de protesta.
Los ocho sindicatos de la SNCF, los seis de la RATP y los siete en las empresas de energía han llamado al paro, así como a asistir durante la jornada a alguna de las sesenta manifestaciones convocadas en todo el país.
“Consentimiento mutuo”
Por otro lado, Cécilia y Nicolas Sarkozy, que formaron durante años una mediática pareja de poder, oficializaron este jueves su ruptura, poniendo fin a un falso “suspense” que era la comidilla del mundo periodístico y político desde hace unas semanas.
Después de anunciar a primera hora de la tarde, en un comunicado de quince palabras, la separación del matrimonio presidencial tras once años de matrimonio, el Elíseo puntualizó apenas tres horas después que los dos “se han divorciado por consentimiento mutuo”. Sarkozy, que llegó al Elíseo el pasado 16 de mayo, es el primer presidente francés que se separa y divorcia durante su mandato.
El Elíseo no informó sobre las modalidades jurídicas u otras de la ruptura, pero la abogada de la ya ex pareja reveló que un juez “ha pronunciado el divorcio”. “Todo se resolvió según los términos de un convenio de divorcio, que ha sido homologado por un magistrado. No ha habido ningún problema”, dijo la letrada en Europe 1, y agregó que los dos protagonistas arreglaron por consentimiento mutuo “todas las consecuencias de su separación”.
El jefe de Estado, de 52 años, y Cécilia, que cumplirá los 50 el próximo 12 de noviembre, tienen un hijo en común, Louis, nacido en 1997, además de dos hijos y dos hijas, respectivamente, nacidos de sus primeros matrimonios.
Fin a los “sin comentarios”
La confirmación del divorcio pone fin a la situación surrealista que imperaba desde hace dos semanas, con los repetidos “sin comentarios” del portavoz del Elíseo a las preguntas sobre los rumores ensordecedores del inminente anuncio de la ruptura.
Desde el pasado 14 de julio Nicolas y Cécilia Sarkozy no han aparecido juntos en público en Francia. Los rumores de ruptura eran alimentados por las repetidas y espectaculares ausencias de la más rebelde de las primeras damas en actos oficiales desde entonces: no acudió a un almuerzo con los Bush en Estados Unidos en agosto y en octubre tampoco acompañó a su marido a Bulgaria, que quería homenajearla por su papel en la liberación de las enfermeras búlgaras en Libia en julio.
Unidos desde hacía 20 años, casados en 1996 y separados en 2005 -ella vivió una relación extraconyugal con un publicista, con el que fue fotografiada en Nueva York, y él la tuvo con una periodista-, la pareja exhibió su reconciliación ante las cámaras en 2006, cuando se calentaba la campaña de las elecciones presidenciales. Pero el 6 de mayo Cécilia no votó y apareció finalmente por la noche, con mala cara, en el festejo de victoria.
Diez días después, la biznieta del compositor español Isaac Albeniz protagonizó con los cinco hijos de esa familia recompuesta una entrada digna de estrellas de cine por la alfombra roja del Elíseo para la toma de posesión de su marido. El beso en la boca que él le dio tras la ceremonia hizo correr mucha tinta, pero la reticencia de la flamante primera dama, vestida de Prada, a las muestras de cariño prodigadas era visible.
Cécilia, de la que el jefe de Estado confesó en julio que era “su única preocupación”, había dicho en 2005: “¿Convertirme en primera dama? Eso me parece un tostón (...) No entro en el molde”. Lo dijo quien acompañó y apoyó a Nicolas Sarkozy en su carrera política y, abiertamente o entre bastidores, ejerció una gran influencia. Se dice que algunos miembros del Gobierno le deben su puesto, y que otros fueron apartados porque ella se oponía.
Separación “ineludible”
Un diputado del partido conservador de Sarkozy, muy próximo a la pareja, Patrick Balkany, dijo este jueves que la separación era “ineludible” porque ella “ya no deseaba participar en la vida del presidente, la vida pública”, y describió al jefe de Estado como “muy sereno”. Isabelle Balkany opinó que Sarkozy está “afectado en lo hondo de su ser” pero el divorcio no tendrá “impacto en su misión”.
Otros políticos de derecha se escudaron en el respeto de la “vida privada” para no comentar la ruptura, mientras que desde la oposición de izquierdas abogaron porque se acabe la “pipolización (del inglés ”people“) de la vida pública”. Los Sarkozy, que quisieron proyectar una imagen al estilo Kennedy en la conquista del poder, rompieron con los hábitos de la política gala al escenificar su unión y mezclar la vida privada y pública.
Un dirigente de los Verdes ironizó este jueves que ahora Francia tiene “un presidente de la ruptura”, mientras que un socialista le acusó de utilizar su vida privada como “diversión” en este día de huelgas.