El convento de Arure: entre la leyenda y la realidad
A veces hay una delgada línea que separa la tradición oral de la realidad. Dicen que en cada leyenda existe algo de verdad. Tal caso podría ser el convento de Arure. Estas tierras, otrora capital de municipio del mismo nombre antes de que Valle Gran Rey lo sustituyera por economía y población , fueron prósperas y ricas en siembra y ganadería. Aquí, cuenta la tradición oral, existió una casa de frailes franciscanos en la zona conocida como Las Casitas.
Los mayores no recuerdan prácticamente nada de lo que allí pudo existir, tan sólo relatan que una pila de tosca y varios libros “de siglos” estaban a la intemperie de estas ruinas. Hoy, tras la actuación de una pala que terminó por destruir lo poco que allí quedaba, tan sólo un esgrafiado recuerda que allí pudo existir una edificación histórica.
¿Qué sabemos? Prácticamente nada. No hay documentos que aseveren que allí existía un convento –recordemos que en La Gomera los franciscanos tenían su Casa Grande en San Sebastián bajo la advocación de los Santos Reyes-. Tan sólo, como testigo presencial, la pila de tosca de la actual ermita de Nuestra Señora de la Salud. La tradición señala que fue esta casa el origen de la antigua ermita de San Nicolás de Tolentino, aunque no hay nada que lo confirme. Si tenemos en cuenta que tanto el convento franciscano como la ermita surgen en la primera mitad del siglo XVI al abrigo del primer Conde D. Guillén, poco quedaría para relacionar la existencia de una casa en Arure con la aparición de la ermita. Ahora bien, quizá habría que lanzar la hipótesis de que no fuera un convento, sino simplemente un refugio donde los franciscanos, que predicaron misa en estos pagos y ermitas pertenecientes a la jurisdicción de Chipude prácticamente hasta el siglo XVII, durmieran y descansaran en sus largas jornadas de predicación.
Hoy, Las Casitas es el germen fundacional de Arure y allí, entre sus ruinas, la tradición oral recuerda que unos frailes vivieron y dotaron al pueblo de una vida espiritual y religiosa que aún perdura.