El siglo de la luz
Imaginen un tiempo sin electricidad. Donde la vida transcurría entre el alba y los últimos rayos de sol del día. Cuando el ocaso se hacía efectivo, cuando la noche apagaba la vida, se prendían las velas y los quinqués. Hace poco más de un siglo que la luz llegó a La Gomera. Pero no lo hizo de la misma forma ni en todos los municipios por igual. Fue una puesta en funcionamiento por etapas donde, por un lado, jugó un papel muy importante la central hidroeléctrica de Monforte, en Hermigua; y por otro los diferentes grupos o motores que se fueron instalando a lo largo de la geografía insular.
Desde finales de 1915, San Sebastián disponía de alumbrado público. Según nos cuenta la historiadora Gloria Díaz Padilla[1], el suministro lo prestaba Álvaro González Castro, quien contaba con una planta equipada con motor diesel de 38 caballos acoplado a una dinamo de 25 amperios. Sin embargo, años más tarde, la capital se conectó a la central hidroeléctrica de Monforte, quien la abasteció de fluido hasta la década de los años 40.
Vallehermoso fue pionero en este sentido, pues ya desde 1904 disponía de alumbrado público, según la profesora Díaz Padilla. No hemos de olvidar que por aquellos años era el municipio más poblado y uno de los principales motores económicos de La Gomera. Allí, dos décadas más tarde, se instalaría la primera planta eléctrica del municipio.
Precisamente en este tiempo también se siguieron los primeros pasos para la implantación de la electricidad y del alumbrado público en Agulo. Y aunque este pueblo llegó a sentar las bases de una planta propia, terminó por acoplarse al rendimiento que ofrecía la central del municipio vecino de Hermigua.
Y es que fue precisamente esta central la que, de alguna manera, marcó el devenir de la electricidad en la Isla. Constituida como sociedad en 1927 de mano de Sebastián Bencomo, aprovechaba el salto de agua del Cedro para generar una potencia de entre 80.000 y 90.000 kilovatios[2], que fueron suplidos ya en la década de los 30 por un motor de 72 caballos, que terminó por duplicar la potencia en apenas unos años. En esta misma década llegaría la luz a Alajeró y a Valle Gran Rey también.
Un siglo después, y tras la construcción de la central de El Palmar, en San Sebastián por parte de Unelco (hoy Endesa), la vida ha dado un vuelco. La electrificación de la Isla está garantizada, aunque aún quedan caseríos a oscuras, como es Tejiade. Probablemente el último punto de la Isla sin luz un siglo después de la llegada de ésta a La Gomera.
[1] Ver “Los Pescantes de La Gomera. Testimonios de la arqueología industrial en Canarias”, 2008, pág. 28.
[2] Idem