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Me sitúo delante del ordenador y tecleo: “Artículo”. Un artículo aún vacío de palabras como yo misma. Soy una mente desordenada donde se agolpan pensamientos, noticias y sentimientos, igual que apilada leña húmeda junto a una chimenea sin luz ni brasas. Parece imposible prender la chispa de una historia, de una metáfora, retazos de algo alegre y vivo, una reflexión con alma. Hoy mi fe en el ser humano es apenas la sombra de un hilillo breve; hoy mi fe anda visiblemente desnortada.

Vienen y van los pensamientos mientras los miro atravesarme de lado a lado como flechas transparentes. Observo la endeblez ruinosa de todo; el tiempo inapresable; la vida, una sucesión de rutinas en un mar de justificaciones para nuestra suicida inacción. Analizo el inhóspito paisaje del ser humano imperfecto, borrón en la cuadrícula de la historia, un ser empeñado en convertir nuestra estancia en el Planeta en un teatro absurdo insuperablemente destructivo. Contabilizo el anecdotario de las vidas chiquitas, el estiércol abonando perfiles egoístas y gallináceos, la insoportable vacuidad del individuo tipo, en permanente ensoñación abúlica mientras en derredor se desmoronan nuestras conquistas sociales; y todo ello me coloca al borde del derrumbe existencial.

Hoy me pregunto: ¿cómo proceder a la urgente transformación del mundo cuando la realidad cotidiana está tejida mayoritariamente por eslabones sin personalidad ni ideales; seres humanos con ambición servil, esclavos que agachan la cabeza a cambio de un estatus de mierda; individuos desconexos, irracionales, incapaces de un mínimo auto-análisis, que solo aspiran a poco más que comer, ver la tele y dormir? ¿Dónde se esconden los sueños y la valentía de luchar por una vida más justa y libre? ¿Por qué parecemos conformarnos con existencias de andar por casa? ¿Será cierto que no nos importan los niños muertos por la voracidad de los poderosos, ni tampoco se nos oscurece el alma ante el sin-futuro de nuestros descendientes? ¿Por qué andamos desarmados y sin esperanza? ¿Qué tiene que suceder para que reaccionemos y renazcamos, conscientes de nuestra fuerza? ¿Dónde prenderá la chispa de esa hoguera luminosa e imprevista, que desencadene por fin un cambio? ¿Cómo se concretará esta vez el camino hacia la utopía?

mvacsen@hotmail.com

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