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Halloween: ¿Por qué copiamos lo malo?

Antonio Rodríguez

Los países anglosajones de forma genérica tienen una organización y actitudes hacia la economía que los españoles no tienen. Sin embargo, estos días copiaremos lo malo, un carnaval malo, que muchos achacan a los profesores de inglés, que al buscar actividades divertidas que realizar en lengua inglesa, han ido introduciendo poco a poco esta costumbre de disfrazar a los niños por el día de los difuntos, olvidando fiestas como San Martín tirin-tintin, que permite introducir a los niños y niñas en nuestras tradiciones, sin necesidad de copiar aquello que sólo ayuda a vender, de una u otra manera, los productos que los anglosajones nos quieran colocar. De este modo copiamos una cantidad de anglicismos, como Talent, Spoiler, Prime-time, Share, Performance, Reality show, que sobre todo aparecen en la publicidad, como si al hablarnos con esos términos o adquiriendo lo promocionado en inglés, nos convirtiéramos en seres más importantes, olvidando nuestra lengua vernácula.

Básicamente copiamos lo malo, porque empezando por mí, muchos somos unos acomplejados, que pensamos que por utilizar vocablos ingleses, somos más inteligentes o nos van a tener en mejor consideración, como al utilizar roaming en lugar de itinerancia, por mucho que venga en la factura del móvil, tras su uso en el extranjero, o la palabra chequeo en lugar de examen o revisión… En fin, que al copiar esos vocablos anglosajones nos sentimos superiores, sin entender que el uso de esas palabras básicamente se generan en países de habla inglesa para que nos salga más caro su uso, por ejemplo, si viajamos en inglés, o sea en business -vocablo anglosajón-, somos más importantes, pagando más claro, que si viajamos en español turista.

Siendo proactivos, entre tantas cuestiones dignas de ser copiadas de EEUU o el Reino Unido, se podría copiar la organización burocrática al montar una empresa. En Inglaterra, uno tiene que darse de alta en la oficina correspondiente, y ya puede empezar a gestionar/facturar con su empresa. Mencionaré algunos ejemplos, no todos, a la hora de instalar un bar en España: Estatutos de la Comunidad donde se establece el local; proyecto de extracción de humos visado, ejecutado, certificado, que luego puedo o no cumplir con las normas de salubridad como pasa en varios establecimientos de La Palma; certificación de actividades clasificadas; inscripción en notaría si quieres una Sociedad Limitada; alta en el IAE; alta en el IGIC; licencia apertura ayuntamiento. Y estos son sólo unos pocos ejemplos. ¿Qué hacen en la cuna del Halloween?. Se le dice al empresario algo similar a lo siguiente: “Usted sabe que tiene que tener todo en orden para poder empezar, usted presente el alta del negocio y nosotros no encargamos del resto”. De este modo, si no cumple lo legislado en algún momento determinado, le pueden cerrar el negocio. Nada de estar presentando papeles que otra administración ya dispone. Por supuesto esto es matizable, y puede haber algún chanchullo, pero básicamente es como se ha descrito.

Por mencionar algún que otro ejemplo más de adoración a los anglicismos y a sus constumbres, tenemos el caso del crecepelo Fulfix, americano (anglosajón obviamente), como si no hubiera otros crecepelos en España, que por supuesto engañan menos; pero no, a copiar lo malo, y a pagar más para obtener peor resultado. Pero como está en inglés y es de los americanos, pues es mejor. Y ahora estamos empezando a copiar lo de ir a beber al salir de trabajar, los días laborables, cosa muy practicada en todo el Reino Unido e Irlanda. Y ¿es que no me explico cómo este país está en el puesto 27 en el Índice de Desarrollo Humano?.

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