Espacio de opinión de La Palma Ahora
22 de marzo de 2014
Las manifestaciones del 22M han dejado una certeza registrada y tallada a pincel y martillo, han aseverado con total impunidad e inhumanidad que, el Poder, en ningún caso, necesita de la opinión de los ciudadanos, no requiere medida alguna de las carestías y miserias que la ciudadanía alberga. Nada, ellos deciden, ellos manipulan, ellos configuran. Y queda presente y acentuado otra vez más que, incluso, molesta y enfurece la actitud reivindicativa de una población que está harta y exhausta de la pobreza, de la marginación social, del desahucio económico y moral, de la ausencia y restricción de sus derechos, de la suma y amplitud de deberes y obligaciones denigrantes e incorregibles.
Lo único a atender y mencionar por el Poder, son las revueltas y confrontaciones violentas tras las manifestaciones, indispensables para actuar y emerger una vez más su petulancia irrisoria. En realidad, demandan y tienen interés en que se produzcan actos violentos y protestas enervadas y conflictivas, seamos claros y quitémonos las vendas de los ojos, y es que, así, dan protagonismo y resaltan, y dan razón de peso, a sus teorías, mandatos, márgenes, leyes y confabulaciones. Desvirtúan el pacifismo del pueblo cuando estos solo requieren dignidad para vivir, y soslayan y subrayan, que todos ellos solo son grupos extremistas, que en nada representan a la ciudadanía.
Sin dejar margen alguno, ni confianza, y con todo el desapego posible, mutuo, que El Poder mismo ha engendrado y habilitado como actitud, sin ninguna duda, los grupos y actos violentos en las manifestaciones son para ellos, para El Poder, necesarios, hábiles, y puede, posibilitados desde la puertas y fachadas traseras de las gestiones y recursos que llevan a cabo en sus fastuosas y conjuradas oficinas y reuniones. Interesa, y eso ha quedado bastante claro en la manifestación del 22M, que la violencia extienda y expanda su mano a lo largo y ancho de las calles y avenidas, donde los ciudadanos solo exteriorizan y solicitan la indignidad con que se les está vilipendiando.
Contratar y negociar acuerdos con grupos violentos y extremistas es tan fácil, como que están ávidos de trabajar para cualquiera por un puñado de dinero que llevarse al bolsillo, además que ello les procurara protagonismo entre clanes y pandillas y grupos rivales, al reivindicar dichos actos, y más si se tiene en cuenta que, para los mismos, la cárcel o las magulladuras y heridas, son estrellas y cum laude en sus currículo.
¿Por qué y para qué aparecen grupos violentos y extremistas en las manifestaciones pacíficas?
¿Acuden solos? ¿Alguien negocia con ellos su presencia?
¿Dónde se halla el trasfondo real de todo?
La finalidad primera de los miembros del Poder es conseguir, despejar y solapar, las reivindicaciones y el propósito con que se ha erigido la manifestación o marcha del pueblo, denigrar y menguar sus prioridades, esconder y ningunear bajo una cortina la realidad primera: la ineficacia e inoperancia con que sostienen y dirigen el presente y futuro de la ciudadanía.
Todo este conglomerado de manipulación y publicidad subliminal vertido y manipulado por ellos mismos, les posibilita la opción de armar, concretar y legislar de nuevo, nuevos márgenes y cercos, desahucios de derechos y libertades, inertes e ineptas e inhumanas obligaciones, y el cerco y la valla más corta y menos espaciosa, para quién únicamente reclama la dignidad de proveerse como ser humano.
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