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“Si quieren vuelvo…”

Julio M. Marante

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Ante la inminente derrota e invasión japonesa, el general MacArthur fue instado por el presidente Roosevelt a abandonar la isla Corregidor junto a su familia. Antes de irse dijo una frase que convertiría con su carisma en una firme y solemne promesa: “I shall return(volveré). Era un hombre que tenía fama de cumplir su palabra.

Hace unos meses pregunté a José Luís Perestelo si albergaba la idea de regresar al Cabildo. “Si quieren vuelvo…” Eran momentos duros, tras un congreso nacionalista que había levantado ampollas en su ‘ala izquierda’ con enfrentamientos, rupturas, abandonos y exclusiones desagradables para un político poco dado a estos enfrentamientos. Aquella historia nos enseñó que el respeto, la tolerancia y la comprensión desaparecen en el alma de los partidos cuando las fricciones continuadas y los agravios surgen voraces de sus alcantarillas.

Dicho lo anterior, reconozco que no me sorprendieron las palabras de Perestelo: “Si quieren vuelvo…” Por encima de la áspera verdad del rechazo de su partido percibí tras un deje de ironía, un atisbo de agradecimiento para la fuerza política que le había encumbrado desde los humildes cargos de concejal y consejero. No me extrañó su franqueza. Dije para mí “no ha cambiado, sigue siendo el mismo, con ese comportamiento sencillo y campechano que debieran tener los políticos”. Abraham Lincoln manifestó en una ocasión que “Dios prefiere a la gente corriente, y por eso ha hecho tanta”. La peculiaridad de Perestelo como político, ha sido siempre involucrarse con los demás en lugares de encuentro, reunión, reivindicación y sociabilidad. Es ahí donde el individuo se coloca en relación con el otro, sabe de sus problemas y de las posibles soluciones. Además, siempre ha opinado que el acto de cohabitar con la gente no saca tiempo las tareas de despacho.

Indudablemente creo en los relevos generacionales como la manera más segura de alcanzar las políticas que tan urgentemente necesitamos. Nos estamos jugando el futuro y los cambios sociales que trae consigo. Sería bueno que fueran gestionados por las nuevas generaciones como protagonistas principales. Pero esto es prohibitivo en Coalición Canaria. No es el momento, al menos, para sus cabezas de cartel. El partido ha sido siempre una máquina electoral y de gobierno; por eso, ha tenido muchas dificultades para sobrevivir entre las guerras y crisis internas que en los últimos años han menoscabado su imagen. Aunque las divisiones internas del partido socialista en la Isla y los malos tragos por los que pasa el Partido Popular a otros niveles, encubren y disimulan el panorama poco esclarecedor al que se ha visto abocado. Así es que, ahora, se aventura en una estrategia de recuperar electorado y ponerse a tono en un nuevo horizonte político, un rumbo directo hacia los entendimientos y los pactos como única salida para gobernar sin sobresaltos.

Los nacionalistas saben que de cara a los nuevos comicios han surgido movimientos sociales en conflicto con lo político. Nuevas fuerzas que buscan el voto de los jóvenes derramando la esencia de la utopía, con ánimo de estimularles en su creatividad para transformar la realidad corrupta y decadente que les ha tocado vivir. Sin embargo, para algunos la renovación de Coalición Canaria está por llegar. Sus afiliados, a propuesta del Consejo Político, han depositado su confianza por aclamación en Antonio Castro para el Parlamento y en José Luís Perestelo para el Cabildo. En su opinión: “los dos hombres que mejor conocen el camino”. No vamos a contradecirlos, pero en una sociedad no hay nada más perturbador que los políticos lleven un sello de “irreemplazables”, puesto que cercenan los posibles relevos que son indispensables en todas las actividades de la vida.

“Dejad que los jóvenes se acerquen a mí”. No es que parodiemos la parábola bíblica, sino que la juventud necesita desempeñar el papel que le corresponde. Ser un elemento activo en nuestras instituciones. Y son algunos “mayores”, más interesados que escépticos, quienes rebajan sus méritos y cualidades potenciales, los que frenan sus recursos e inventiva, los que coartan su capacidad para soñar… Decía Lu Xun que la esperanza no es ni realidad ni quimera. La esperanza es como los caminos de la Tierra: “Sobre la Tierra no había caminos y se fueron haciendo con el andar de los hombres”. No hará falta decirle a José Luis Perestelo (al igual que al resto de los candidatos) que en el momento de buscar a sus compañeros de viaje miren al futuro, rebajando la media de edad de los posibles consejeros. Suele ocurrir que a medida que cumplimos años, pretendemos enjuiciar el hoy con criterios del ayer… y eso no vale. En La Palma existen jóvenes, adultos jóvenes (no aprendices de políticos) en los que podría verse retratado el candidato y ex presidente del Cabildo cuando era un “simple” consejero. Tal vez descubra entre ellos a más de un político de largo recorrido; jóvenes sensatos que viven “su realidad” y, por eso, sueñan con un mañana mejor. Hombres y mujeres que esperan la oportunidad de aplicar plenamente su talento y que saben que “la utopía” no consiste en llegar sino en acercarse a los objetivos de forma permanente.

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