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Reflexiones (y 2)

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Leo que el 26 de octubre de 1919, tras 44 días en huelga en Barcelona (huelga de la Canadiense), los trabajadores consiguieron la jornada laboral de ocho horas, el reconocimiento de los sindicatos, el reintegro de los obreros despedidos y la libertad de los trabajadores presos. Ellos pudieron resistir gracias a lo recaudado en cajas de resistencia o cajas de solidaridad; en solo una semana 50.000 pesetas, con las que apoyar a los trabajadores, esquivar el aislamiento y propiciar la participación. Sin unidad, constancia y organización jamás hubieran podido ganar la batalla.

Hoy falla la unidad entre fuerzas políticas, movimientos sociales y sindicatos. Hay discrepancias formales (protagonismos), y de contenido. No hay unidad sobre los objetivos prioritarios que aglutinen una urgente respuesta conjunta: salir del euro, denunciar la deuda, un proceso constituyente, la salida del gobierno del PP. Del lado de los movimientos sociales se recela de la política y de la concreción partidaria; como si no existieran las ideologías. Entre los sindicatos ?más necesarios que nunca- subsisten unas centrales oficiales dóciles y deslegitimadas, fuertes solo entre sectores con empleo estable, que conviven junto a sindicatos minoritarios más beligerantes.

Pero sin continuidad y sin unidad parece complicado el nacimiento de algo nuevo. Y tal vez sea más viable que la unidad parta de una unidad estratégica de acción, procedimental, de una estrategia de lucha conjunta. Ntavanellos (Syriza) relataba recientemente los esfuerzos por coordinarse en Grecia, conscientes de que un sector no puede ganar solo y de que un día de huelga tradicional no basta. Hablaba de recuperar viejas tradiciones obreras, como los comités de huelga y de resistencia, en todas las escalas, y los fondos de financiación. La organización y la cooperación en la acción son claves, porque el problema de la unidad de la izquierda persiste. Si la confluencia programática no es posible por ahora, habrá que coincidir en el cómo, en la estrategia, y así enfrentarnos a esta avalancha neoliberal, apisonadora de lo público, que amenaza con convertirnos en esclavos. Resistir en un frente de acción unificado y permanente. Quizás la ansiada unidad nazca en el proceso. Tal vez sea verdad que se hace camino al andar.

mvacsen@hotmail.com

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