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San Valentín: celebración y función de esa fiesta

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Ya llegó el mes de febrero y los escaparates de todos los establecimientos comerciales se han disfrazado de corazones rojos y flechas de Cupido, incitándonos a consumir y supuestamente a celebrar el amor.

Personalmente, siempre estuve en una posición alejada de celebrar esta fiesta, ya que no le veía un sentido auténtico. En mi época de juventud, se decía que San Valentín era una fiesta fomentada por los centros comerciales con el fin de incitar al consumo y ayudar a sobrellevar el mes de febrero, que tradicionalmente suele ser malo en lo que respecta a los ingresos. Desde el punto de vista comercial, ese marketing es comprensible y legítimo.

Pero como lo mío es la psicología, el análisis social y las relaciones personales, quiero enfocar el tema desde otro punto de vista. Estas reflexiones son consecuencia también de la cantidad de comentarios que hemos tenido que escuchar tanto mi pareja como yo, al no presentar el comportamiento que se espera de una pareja que se quiere y mantiene enamorada. Nosotros nunca fuimos a cenar o realizar algo especial porque fuera el día de San Valentín. Para nosotros, que somos una pareja que sigue enamorada e ilusionada por compartir proyectos y sueños después de estar juntos algo más de veintidós años, el día de San Valentín no tiene ninguna relevancia en nuestra vida.

¿Qué diferencia un regalo, una cena cara y posiblemente mal servida por las aglomeraciones, en la vida de una pareja? ¿Acaso no cenamos todos los días? ¿Acaso no nos podemos obsequiar con algún detalle, un día cualquiera del año?

Decididamente, El Corte Inglés, (por decir un nombre) no inventó el día de San Valentín.

Quien lo inventó fue alguien que no era capaz de amar a diario, con todo lo que implica esa palabra, en su grandeza.Amar es despertarte todos los días con alegría por ver a tu pareja abrir los ojos junto a ti.

Amar es preparar las tostadas mientras la otra persona hace el café.

Amar es tener planes para el fin de semana y ahí da lo mismo que sea ver una serie en la televisión, salir a bailar o compartir esos días de descanso con amigos.

Amar es pensar en las próximas vacaciones y discutir cuáles son nuestras prioridades.

Amar es cuidar al otro cuando no se encuentra bien.

Si esas cosas no ocurren, ¿creéis que puede compensar una vida anodina una cena o un regalo, un día determinado?

Soy romántica, ¡No creáis! Pero, ante todo, soy auténtica, intensa, como se dice hoy en día. Y es que no me vale una relación a medias y superficial. ¿De qué me serviría que me regalasen un diamante si el resto del año mi pareja no comparte nada conmigo?

Por eso pienso que quién lo inventó, lo hizo para justificar y tratar de compensar la baja intensidad que le aplica al cariño hacia su pareja.

¿Qué algún año nos apetece salir y disfrutar de una noche diferente y que coincida en San Valentín? Pues, estupendo. Pero jamás deseo que se utilice esa fecha como compensación de una mala acción, sea o no conocida por parte de su amado o amada.

Para concluir: para mí San Valentín es un día más y siempre lo fue, tanto cuando me hallaba en el inicio de una relación, como ahora que ya me acerco al cuarto de siglo de la misma.

Así que os recomiendo que cuidéis a diario el amor en vuestras relaciones y que no necesitéis que de manera externa os recuerden que debéis dar pruebas de amor y cariño a vuestra pareja.

Feliz San Valentín, sin función específica. Disfrutad de ese día como lo pudieseis hacer otro día del año, pero amad con intensidad y autenticidad.

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