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Espacio de opinión de La Palma Ahora

Sembrando semillas de sueños por el litoral

Miguel Jiménez Amaro

Los juegos de cuando fuimos niños en la Calle Garachico eran: planto, levanto el palo, piola, ahí voy sobre borriquito voy, a quemar, la comba, el aro, las bicicletas, patines, patinetas, el boliche (a ganar estampas, boliches, o a por gusto), los cromos, las estampas, las muñecas, las procesiones que organizaba Miguel Ángel Tejedor (del que no he vuelto a saber), la guerra y las partidas de fútbol. Unos eran más femeninos o masculinos que otros, pero no había, en la mayoría de ellos, división tajante entre ellos. En la mayoría de nuestros juegos estaban presentes las chicas. La división de chicos y chicas la empecé a sentir más tarde, en la escuela y en la Iglesia.

La Calle Garachico es empinada y ‘cambada’, como la llama Félix Poggio. Su forma de ser, su geografía, no era ningún estorbo para ninguno de aquellos juegos, ni siquiera para las partidas de fútbol. Como los partidos, hasta ahora siguen siendo igual, tienen dos tiempos, una parte un equipo atacaba subiendo la calle, y la otra bajándola. Se podía jugar al fútbol porque casi nunca habían coches aparcados o circulando; también, porque no solían pasar los municipales: Cabrera, El Machote, Fortunato, Pepe, Juvenal, Ezequiel, Diego, Toti o Cartucho. Cuando la calle se nos hacía pequeña, o quizás, por cambiar de estadio, nos íbamos con la pelota de fútbol a la Avenida Marítima, a la acera de enfrente a Los Balcones. Yo era el más pequeño, la mascota de aquellos amigos, entre los que me sentía bien seguro y querido.

Justo debajo de Los Balcones, Santiago tenía un taller y un coche carraca, una carraquita, que solía dejar aparcada delante de la puerta. Cuando Santiago se iba, nos metíamos los que cupiésemos, como sardinas en lata, dentro de la carraca, y los que no, la empujábamos y zarandeábamos desde fuera.

En la Avenida, algunas veces aparcaba una guagua que tenía una autoescuela para dar clases de conducir. Nos subíamos también a ella, y un día se le ocurrió a Roberto (tampoco he vuelto a saber de él) el hijo del Ayudante de Marina, y a Toño ‘Maño’, que se fue de entre nosostros hace unos años, arrancarla y conducirla; estuvimos un buen rato dando vueltas por la Avenida, hasta que un vecino llamó a los municipales. Vino Cabrera, que nos invitó gentilmente a salir de ella. En aquellos tiempos la amenaza más fuerte era el reformatorio. Allí nos iban a mandar a todos.

En las partidas de fútbol algunas veces la pelota iba a dar a la marea, como en los partidos del Tenisca o el Mensajero, en el campo de fútbol de Bajamar. A la marea íbamos a recoger la pelota, mear, cagar, coger lapas, bañarnos o pescar. Una vez cogimos unas babosas sin conchas que fuimos poniendo en todas las pitas de los coches que íbamos encontrando. Hoy, la marea está entullada de arena y prismas que han sepultado aquel litoral seña de nuestra propia personalidad, como lo estuvo un tiempo anterior por los aparcamientos.

La playa de Bajamar fue una obra limpia que mejoró el litoral, se ganó una playa (se habían perdido dos, la del muelle y la del túnel), una Avenida Exterior y una carretera, pues la que había, por efectos del oleaje, muchos días del año era imposible de transitar. Fue una obra limpia, no tuvo efectos colaterales sobre Santa Cruz de La Palma, más bien todo lo contrario. Lo mismo pienso de la obra de la playa de Los Cancajos, y esta aún es mejorable, creo que hay proyectos para ello.

No puedo pensar lo mismo de la obra de la playa de Santa Cruz. Ha cerrado un montón de negocios, se han perdido otros tantos puestos de trabajo, se ha colapsado la ciudad, no se termina nunca. ¿No hubiese sido mejor gastar ese dinero en buscar otra zona de aparcamientos a la que había en la Avenida, recuperar el litoral de Santa Cruz (existen proyectos artísticos urbanísticos para ello), darle el sabor que tenía de antigua ciudad marinera, y recobrar todo el litoral de la Isla; hacer todas las calas y caletas accesibles a pie, crear zonas de recreo y albergues en ellas, comunicar esta vía del litoral con todos los senderos, siendo esto una obra limpia, sostenible, más barata y sin daños colaterales? En este caso, una familia, con miembros de todas las edades, podría salir desde Santa Cruz, dar la vuelta a la isla caminando por el litoral, haciendo a la carta las paradas y noches oportunas, en los sitios que se hubiesen creado para ello, hasta regresar al punto de origen, lo que crearía el nacimiento de pensiones, hoteles rurales, bares, restaurantes, puestos de trabajo y un sinfín de negocios alrededor de esta vía y los senderos con los que conectaría.

Esta es una isla de calas o caletas, no de grandes playas. Las grandes playas están en el Sur de Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. El turismo de playas, que no es el único, prefiere ir a esas otras islas. No entiendo por qué no se ha defendido nuestra orografía, sino que se ha venido a implantar otra, con tantos altos costos y daños colaterales. Me recuerda a cuando alguien, muy dotado, decidió que para competir con el banano del área dólar había que olvidarnos de la variedad autóctona nuestra y plantar la de fuera. Más tarde, hubo que volver a la primigenia. ¡El caso de la equivocación de criterio con nuestro litoral es peor aún! ¿cómo recuperas todo el litoral entullado?

El sábado pasado, día 22 de agosto, salí a caminar por la pista que sube del cementerio de Puntallana al Pico de La Nieve. Después de las caminatas, no hay nada mejor que un baño en el mar, fuimos a Puerto Paja. ¡Allí me encontré con una muestra de lo que os intento decir, aunque es muy mejorable, una cala a la que se le ha puesto con muy pocos recursos un acceso al mar con barandilla, merendero, asadero, zona de aparcamiento, aunque muy pequeña, y ducha! ¡Eso, mejorado, y por todo el litoral, es lo que os estoy comentando! Se podrían también recuperar hasta los porís por los que antes se comunicaban los municipios, pues no había carreteras; la comunicación antes, era por mar, o a través de La Cumbre, por caminos reales o senderos.

El pasado viernes, fuimos el Apóstol del Jazz y yo al concierto de Chiqui Pérez en San Andrés y Sauces, dentro del ciclo ‘Plazas con Encanto’. ¡Tremendo concierto, no se escuchan cosas mejores dentro de lo que hacen Chiqui y sus amigos! En el Restaurante de Marlene nos encontramos con Isa y Chencho, que habían dejado el coche en el Charco Azul y venido a la Plaza de San Andrés caminando por un paseo que lleva hecho unos años.

El sábado fui a caminar por lo alto de Los Tilos con mi hija María y mi nieto Congo. Bajamos a comer los bocadillos que llevábamos, después de tomar una cerveza ‘sin’ helada y las famosas papas fritas del bar de debajo de La Plaza de Los Sauces, a Puerto Espíndola. Mientras comíamos los bocadillos, con otra cervecita ‘sin’, le comento a María de hacernos el paseíto entre El Charco Azul y San Andrés, pues no lo había hecho nunca. ¡Qué regalo, esto es otra muestra de lo que os intento comunicar hoy, como la de Puerto Paja, pero de mayor dimensión! 

Vivo desde hace seis años en el último piso de un edificio de los que están sobre el risco de la calle San José. Vivo como en el puesto de mando de un barco, solo le falta al piso, para ser barco, que se mueva. Diviso todo el litoral, desde Puntallana hasta Mazo, veo todos los días la que va a ser la playa, y la verdad es que me gusta más la Avenida Marítima como era cuando vivía en la Calle Garachico, el Malecón Palmero, o cuando la he visto en fotos y cuadros, cuando era la Calle de La Marina, o cualquier proyecto de los artistas que se han ocupado del tema, no la que es ahora.

 

Pienso en estas cosas de madrugada, estoy desvelado en casa, desde donde veo también las azoteas de la Calle Garachico y acaricio la idea de bajar por El Lomo hacia ella, con la pelota de fútbol en mis manos, y ponerla a rodar de nuevo, a jugar ¡A ver si esta calle resucita! Siento que la calle lo está pidiendo ¡Resucitar! No sería mala idea jugar a juntarnos el sábado 19 de diciembre, antes de los días 24 y 25, a pasar el día cobijados por ella, pedirle al Ayuntamiento que nos monte un escenario en la Meseta de Acerina, un equipo de megafonía, mesas, sillas y cantina, pedir la colaboración a músicos, artistas, escritores, poetas, humoristas, dibujantes, pintores y a quien quiera decir algo, haya nacido o no, vivido o no, en Garachico. ¡Se podría hasta hacer un homenaje a la Orquesta Broadway, que nació allí, en la casa de La Favorita, la única superviviente del holocausto de la calle! Y esta idea que la retomen otro día los vecinos de otras calles de la ciudad, que tuvieron vida, alegría, algún día, y que también la perdieron.

Antes de estar hablando sobre esta idea con vosotros, lo hice con Juan Alberto, el hijo de Delia, la regente de la Librería La Favorita, la idea le gustó, también hice lo mismo con mi Hermano El Apóstol de Jazz, al que también le ocurrió lo mismo. Pensamos que no sería difícil ponerla en marcha. La idea es un embrión que precisa cariño, el cariño que, a los que nos pueda importar,   le pongamos. En principio, si os motiva la idea, el juego, empezad a hablar con Juan Alberto, con Efrén o conmigo, y le vamos dando forma entre todos, vamos amasando y soplando sobre ese barro ¡El mismo barro, ya casi extinguido, del que se hacían los boliches con los que jugábamos!

Este domingo leo en La Palma Ahora, lo he subido a mi página de Facebook, que un grupo de ciudadanos ha ido a Puerto Trigo a sacar cien kilos de basura, y a hacer un llamamiento a la conciencia de los demás ciudadanos y las administraciones del lamentable estado en que se encuentran muchas zonas, si no casi todas, de la Isla. Mi abrazo muchachos, os felicito por vuestra conciencia, e invito a degustar lo que queráis en Las Cosas Buenas de Miguel y compartir un buen rato de conversación el día que mejor os venga. ¡Y a ver si vamos aprendiendo, todos, que la Isla es de todos, y si los políticos y la administración no hacen lo que deben de hacer, constituyamos grupos de acción, asambleas de base (democracia directa), y hagámoslo nosotros, gratis, por supuesto, como lo han hecho estos muchachos! He cerrado la página de este día de hoy, tan colmo de pequeñas alegrías, yéndome a bañar, al atardecer, a un Puerto Trigo que espejeaba de limpio. Gracias muchachos.

Abrazos por El Lado del Corazón. Salud y Alegría Interior

Las Cosas Buenas de Miguel      

 

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