Espacio de opinión de La Palma Ahora
Por siempre Juanera
“Si no estás con nosotros hay tristeza y la luz del sol no brilla igual”. El cierre de la primera estrofa del bolero “Celoso” que tanto te gustaba cantar me sirve hoy para retratar tu ausencia, aunque, como dice el título del último homenaje que te hicieran Los Viejos, tú nunca te irás del todo. Anoche te recordaba siguiendo unos versos de Emilio Ferreiro “Una vez hubo un hombre que nunca dijo, mío. Llamó en las puertas del mundo, llamó en mi corazón. Hablaba con palabras sencillas que parecían palomas? Y le nacía en los ojos un alba de inocencia como un río de luz o como un mar lejano de gaviotas”.
Un bálsamo de amor con el corazón en las manos era Juanera. Así, le evoco hoy cuando la añoranza nos roe el alma. Un artista con el que tuve el placer de subirme a tres “Carros Triunfales” dentro del panorama lustral de La Bajada de La Virgen. Yo para hacer de “Obispo”, de “Hombre” y de “Viento” y él para cantar? Cantar fue su vida. Siguiendo el rol de personajes de ópera y zarzuela los cantos desfilaban por su boca mientras sus manos hábiles manejaban la tijera de peluquero, de un profesional avezado en la materia, que luego nos sorprendía en bares y bodegas con canciones parranderas, ese sello peculiar que por suerte La Palma no ha perdido. Por eso, hoy puedo decir que los recuerdos de Juan Pérez Álvarez, Juanera, son alegres y, aunque estemos un poco tristes con su marcha, nos han dejado estelas de fiesta en la memoria, nada de dolor? Un poco de silencio, sí. Justo el tiempo de decir un rezo con respeto. Después una sucesión de imágenes nos dice que no está muerto, que en el aire nos quedó su canto. Un canto que florecerá cualquier día en el mapa sentimental de los recuerdos. Juanera se ha ido, pero ha dejando raíces en su tierra. De ahí, que sea otro personaje popular que no se va del todo, porque su espíritu singular fecunda la pequeña historia de la patria chica, esa que los palmeros magnificamos cada día. Y por esa coincidencia de afectos entre el amigo Juan y la ciudadanía, le recordaremos siempre.
Luis Cobiella escribió en una de sus obras que la vida “no es solo sangre roja y blanda carne”. Juanera, tu vida ha sido, como señalaba en aquel carro memorable, María en las Orillas de 1975 “aire dispuesto al vuelo de cualquier ave, cualquier gesto que construya, cualquier estar que acompañe, cualquier ansia de respeto, cualquier corazón que llame”. Tu espíritu, Juan, se ha quedado en el aire? Y como bien expresaba Luis en aquel Carro “mientras La Palma sea, no dejaremos que se muera el aire sobre la tierra.”
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