Dichosa Wellness: “Cuando lo vea, lo creo”

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Parece más un deseo

que un proyecto fehaciente

por eso dice la gente:

“cuando lo vea, lo creo”.

Personalmente lo veo

como un proyecto plausible

que parece defendible

pues algo hemos de buscar

si queremos encontrar

un proyecto futurible.

Jócamo, 19.II.2024

NOTA: Del proyecto “Dichosa Wellness Clinic”, declarado de interés insular por el Cabildo palmero, sólo conozco algunas de las noticias publicadas en los medios informativos. Unas lo defienden con vehemencia, y otras lo denuncian como un proyecto ambientalmente inasumible por afectar a un “parque natural” (sic) y asentarse en zona de elevado riesgo volcánico.

Es evidente que los valores naturales y culturales del territorio (18 ha) afectado por el proyecto deben ser evaluados por el perceptible estudio ambiental, que sin duda tampoco puede ignorar que cualquier actuación en la mitad sur insular entraña asumir un riesgo volcánico ineludible, avivado por la memoria reciente de Tajogaite.

Dicho lo anterior, los palmeros, debemos asumir la realidad socioeconómica que vive la Isla, acentuada por la crisis volcánica, pero que ya venía larvada antes del volcán.

El cultivo del plátano se ha convertido en una especie de “sopa boba” que progresivamente alcanza para menos, y bien se sabe los primeros que dejan de comer.

La renovación generacional para recuperar la actividad en el sector primario (agricultura, pesca y ganadería) es más un deseo que una realidad, difícil de resolver mientras se mantenga la actual economía liberal globalizada imperante en el mundo. El “consuma productos km 0” no parece que despierte excesivo interés en el sector comercial, que muestra más interés en la rentabilidad económica que en la solidaridad social.

El turismo masivo, comienza a despertar fobias preocupantes en las islas donde se ha implantado, que también son volcánicas y con recursos sobrexplotados, algo de lo que La Palma se ha librado, pero que lo paga con el estancamiento de su población envejecida, sin incentivo para los jóvenes (que tampoco se muestran muy ávidos por trabajar, todo hay que decirlo).

En resumen, La Palma necesita despertar, ponerse las pilas, mantener el espíritu crítico liberal que la caracterizó en otras épocas y valorar sin complejos ni fanatismos de signo ecologista o desarrollista las oportunidades que se le brindan, que no son muchas.

Por así pensarlo y expresarlo en algunas ocasiones, he debido soportar críticas de ambos extremos: es la “cuota” que debemos pagar en el mercado que operamos: ¡mi querida Isla!

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