Abogan por otro modelo de ejecutar carreteras
En los últimos años se ha venido implantando un nuevo modelo de carreteras en La Palma, me refiero no al trazado de las mismas sino a las paredes que se construyen a ambos lados de las vías allí donde son necesarias.
A uno, curtido ya por la experiencia, le parece que esta “nueva fórmula” de hacer paredes, que se viene aplicando en el norte de La Palma y ahora en Fuencaliente, es tremendamente perjudicial para una isla que presume de ser Reserva de la Biosfera y de tener extraordinarios recursos medioambientales.
Si miramos las fórmulas de antaño veremos como siempre las paredes que soportan el talud sobre la vía fueron hechas de piedra seca (sin cemento), como puede apreciarse en muchos tramos de las carreteras más antiguas y que la mayoría de ellas se han conservado un siglo después de hechas, a pesar de ser de piedra pequeña porque entonces no existía la maquinaria que hay hoy para cortarlas de mayor tamaño.
La fórmula actual consiste en abrir enormes huecos en el talud con movimientos de tierras totalmente desproporcionados y levantar dos filas de piedra pequeña cortada y con amplia separación entre ellas para, a modo de bocadillo, llenar el hueco con enormes cantidades de hormigón en su interior. Estas paredes se hacen ahora separadas varios metros del talud, con lo cual la tierra de la ladera que ha quedado sin sujeción, por efecto de la gravedad cae y luego la que tenía inmediatamente detrás y así sucesivamente originándose una cadena de imparable erosión, siendo el deterioro ambiental tremendo, como se puede apreciar en los tramos hechos recientemente en Fuencaliente.
Con todos los respetos y desde una óptica personal (pienso que compartida por muchas personas), creo que este tipo de obras son muy nocivas para La Palma por varios motivos: Tienen un gran impacto visual; nunca este será amortiguado porque el hormigón, dentro de las paredes, impide que jamás salga cualquier resquicio de vegetación; ese hueco dejado entre la pared y el talud, a parte de la desastrosa visión, produce una impredecible erosión en las laderas; el remate con hormigón de todas las paredes en su parte superior (la conocida “torta” de cemento) empobrece, y de qué manera, el paisaje con su inmensa cicatriz; el vertido innecesario de cantidades tan grandes de este material produce un daño ecológico irreversible en un territorio tan frágil como nuestra Isla, al ser un producto que permanece inalterable muchos años. Esta fórmula nueva de construcción, aparte de romper con la manera tradicional de hacer las paredes, es también infinitamente más cara y para nada más segura.
Durante siglos, las paredes de contención de las carreteras y otras obras en esta Isla y muy especialmente esa inmensa obra que han hecho los agricultores para construir sus huertas, han sido hechas de “piedra seca” (término popular a la pared sin cemento). Por eso no entendemos cómo ahora prácticamente todas las paredes, especialmente las obras públicas, se construyen con hormigón.
Disponiendo de la maquinaria que existe actualmente y de magníficas canteras de basalto que permiten sacar rocas de cualquier tamaño, resulta incomprensible cómo no se hacen las paredes con piedra grande y sin cemento, infinitamente más baratas, seguras y mimetizadas en el entorno, además de otras muchas ventajas. Se pueden hacer, estas paredes de contención, de muchas formas; verticales, inclinadas o incluso recostadas sobre el talud, permitiendo que salga algo de vegetación con lo cual quedan perfectamente integradas en el paisaje.
Y con ello no estamos descubriendo nada nuevo, este método se aplica actualmente en muchos lugares de Europa y en la España peninsular. Valga de ejemplo las carreteras existentes y en construcción en Cantabria y Asturias, territorio que, desde el punto de vista paisajístico y geográfico, es semejante al nuestro. La isla de La Palma, por sus innegables valores naturales y ambientales, merece obras con mayores criterios de sostenibilidad, cosa perfectamente compactible con el bienestar y desarrollo de sus habitantes.
