El cedro canario: uno de los árboles “más escasos y bonitos” que tiene La Palma

Ejemplar de cedro canario en la cumbre.

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

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El cedro canario (Juniperus cedrus) es “uno de los árboles más escasos y, al mismo tiempo, más bonitos de La Palma”, asegura el arqueólogo Jorge Pais, jefe de la Sección de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Cabildo de La Palma. Esta especie, sostiene, “ha sufrido muchísimo por el aprovechamiento de su madera y, sobre todo, por el sobrepastoreo y los incendios forestales en los últimos 500 años”. 

La zona de Los Andenes, en los bordes del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, “es muy interesante desde el punto de vista paisajístico, florístico, geológico, arqueológico y etnográfico. Todos estos valores se dan cita en las inmediaciones del enorme dique conocido como la Pared de Roberto, en torno al cual existe una preciosa leyenda”, dice. “En este morro podemos ver tres ejemplares de cedro canario, uno de ellos ya seco, y los otros dos en perfecto estado de salud. Cuelgan del risco y, a pesar de su escaso porte, seguramente son bastante longevos”, detalla, y añade: “Se trata de un árbol de crecimiento lento máxime, como en este caso, en el que prosperan sobre grietas de las rocas sin suelo fértil de ningún tipo. Solo así podían sobrevivir. Sus troncos retorcidos son un síntoma muy claro de su antigüedad”. 

“Esta planta, además, tenía muchas propiedades medicinales, siendo empleado para destruir los microbios o impedir su aparición, así como para curar las heridas y contra los parásitos. Se utilizaba la madera y los frutos como aceite, pomada y linimento. Así nos lo indicaron los pastores que subían a La Cumbre a los que entrevistamos a mediados de la década de los 80 del siglo XX. Estos datos aparecen recogidos en nuestra tesis doctoral La economía de producción en la prehistoria de la isla de La Palma: la ganadería, (Santa Cruz de Tenerife), 1996, página 178”, apunta. 

Recuerda, por otro lado, que “el dique que está al lado contiene la estación de grabados rupestres de la Pared de Roberto, descubierta entre 1973 y 1975 por el arqueólogo Mauro Hernández Pérez. En estos parajes hubo una gran concentración de pastores benahoaritas durante la época estival, tal y como indican los numerosos asentamientos (paraderos, campamentos, abrigos, encerraderos, grabados rupestres, amontonamientos de piedra, etc.). Seguramente, a ello contribuyó la cercanía de Fuente Nueva, Siete Fuente y La Tamagantera (Garafía) algunos de los puntos de agua más importantes de toda La Cumbre”.

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